Leonor Merino
Drª de la Universidad Autónoma de Madrid


Articles 2004-2007


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AWRAQ - Madrid 2007

Tras la huella de La literatura marroquí contemporánea

Publicado en AWRAQ (Estudios sobre el mundo Árabe e Islámico contemporáneo), Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Vol., XXIV, 2007, pp. 441-449.
Leonor Merino
es doctora de la Universidad Autónoma de Madrid
y autora de ‘Encrucijada de literaturasmagrebíes’.

Gonzalo Fernández Parrilla (ex-director de la Escuela de Traductores de Toledo y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid) explica en su obra La literatura marroquí contemporánea (ed., de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2006: fruto de su tesis doctoral), que en Marruecos existe un crisol de lenguas que participa de sus literaturas: la lengua árabe, lengua sagrada del Corán y de la cultura clásica; la lengua de comunicación oral, el dáriya o árabe marroquí que presenta también manifestaciones escritas como el zéjel moderno o la poesía popular del melhún; la lengua bereber o amazige que cuenta con un alfabeto propio el tifinagh; la lengua francesa, lengua del colonizador, presente en la administración, medios de comunicación y élites económicas; y otra lengua del colonizador, el español, vivo sobre todo al norte de Marruecos, el país que posee más centros del Instituto Cervantes: Tánger, Tetuán, Rabat, Casablanca, Fez y Marrakés.

Sin embargo por « literatura marroquí » se entiende, como no podía ser menos, la literatura nacional escrita en lengua árabe, cuyas primeras manifestaciones datan de los siglos VIII-X de la era cristiana y cuyo máximo apogeo se sitúa en el periodo almorávide, siglos XI-XII, cuando Alándalus y Marruecos compartían un mismo y gran imperio. La literatura marroquí clásica, desde los almorávides, suele clasificarse según las dinastías que reinaron en el país: almohade, meriní, saadí y alauí. Alcanzando así a la segunda mitad del siglo XX, cuando la novela, que consigue alterar la secular hegemonía de la poesía, consigue representar el modo de expresión de la modernidad artística.

Y llegamos a lo que algunos podían plantear como debate. Puesto que la novela llegó a Marruecos por dos vías: la novela árabe y la literatura magrebí de lengua francesa, « que adulta desde el primer momento, como forma, disposición del tiempo y del espacio, se hizo heredera, de la noche a la mañana, de impresionantes adquisiciones de largo y profundo itinerario de la literatura francesa, inglesa y americana », argumentaba yo en mi estudio Encrucijada de Literaturas Magrebíes, apoyándome en trabajos pioneros como los de Abdelkébir Khatibi entre otros.

Fernández Parrilla nos explica, por su parte, que, sobre el establecimiento del canon de la literatura marroquí cuyos primeros pasos hay que situarlos en la efervescencia cultural de la Nahda o despertar cultural (que se inicia con las derrotas del ejército marroquí en Isly en 1844 y en Tetuán en 1860 frente a los ejércitos francés y español respectivamente), hay que destacar una primera fase durante la primera mitad del siglo XX, cuando se planteó la existencia de una « literatura árabe marroquí » cuyos orígenes se remontan a la islamización de Marruecos.

Ya en 1938, el polígrafo tangerino Guennún reivindicaba, en al-Nubug al-magribi fi l-adab al-arabi (El genio marroquí en la literatura árabe), la existencia de una larga tradición literaria árabe marroquí íntimamente relacionada con el ideario nacionalista, por lo que esta obra, aparte de ser una reacción patriótica desde el ámbito de la historia de la literatura contra el colonialismo, contribuyó al establecimiento de un primer canon de la literatura nacional, constituyéndose así en un eslabón crucial en la configuración del corpus de la literatura marroquí clásica.

Lo que si puede diferenciar a las novelas escritas en lengua árabe y en lengua francesa -sigue diciendo Fernández Parrilla-, es el hecho de que las primeras fueron publicadas en revistas y diarios marroquíes mientras que las segundas se publicaron en Francia y en formato de libro. Además, después de la independencia, las fechas de publicación de los textos en árabe y francés son tan cercanas que no resultan determinantes para fijar como precursores a unos u otros. Sin embargo ambas nos van a informar de un estilo que bebe al mismo tiempo de las raíces del pasado y configura una conducta que, por ser particular, no deja de referirse a toda una generación de intelectuales marroquíes y a todo un aspecto del patrimonio cultural árabe y musulmán contribuyendo al desarrollo de la cultura y la literatura nacional marroquí.

Así este estudio riquísimo de Fernández Parrilla, cáfila de fechas y textos novelísticos, se inicia con la fecha de 1942 cuando aparece La zagüía (al-Zawiya) -obra a caballo entre el género biográfico clásico y el emergente género autobiográfico-, y se clausura, en lo que a la creación literaria se refiere, con 1972, cuando van a surgir dos novelas que diversificarán el curso de la novela marroquí: La mujer y la rosa (al-Mar’a wa-l-warda) y El extrañamiento (al-Gurba).

En el primer capítulo se abordan cuestiones con el sustrato ideológico y sociocultural en el que se desarrolló la Nahda, cuando se produjeron cambios estructurales en la sociedad marroquí con la llegada de ideas reformistas desde el Oriente árabe y por el contacto colonial, produciéndose una importante transformación del panorama literario que afectó tanto a los géneros como al estilo. Así la relación entre la literatura y el contexto político, en la primera mitad del siglo XIX fue muy estrecha y con frecuencia se vincula el florecimiento de la literatura moderna con la coyuntura política.

También la llegada de la imprenta a Marruecos, en la segunda mitad de este siglo, permitió el desarrollo de una prensa en lengua árabe, vehículo crucial en la difusión de las ideas reformistas y soporte fundamental de la creación literaria. Al mismo tiempo, junto al auge del nacionalismo, las reformas acometidas en la Universidad Qarawiyín y la creación de las Escuelas Libres contribuyeron a la evolución del concepto de literatura.

En el segundo capítulo son abordados los inicios de la literatura marroquí moderna como sistema literario que se desarrolla en oposición al sistema clásico. Así, en las primeras décadas del siglo XX, el nacimiento y desarrollo del artículo periodístico (maqala) fue el medio de expresión de la intelectualidad marroquí y estaría indisolublemente unido al nacimiento del Movimiento Nacional en su lucha contra el colonizador. Igualmente, la eclosión de géneros narrativos característicos de la literatura moderna, como la qissa -sinónimo de “relato de ficción”-, fue vinculada con el entorno nacionalista. El auge de esas nuevas modalidades, maqala y qissa fueron las innovaciones más características y decisivas de la prosa de la Nahda.

En el tercer capítulo se analizan dos obras representativas de la narrativa autobiográfica, consideradas fundadoras de la tradición novelística marroquí: La zagüía (al-Zawiya, 1942) de Alwazzani y De la niñez (Fi l-Tufula, 1957) de Benyellún. La zagüía está considerada como uno de los más preciados frutos de la Nahda así como una primicia de la literatura moderna, a caballo entre el género biográfico clásico y el emergente género autobiográfico. En este texto, un hito en la escritura narrativa y autobiográfica marroquí, Alwazzani narra su experiencia vital entre la niñez y la adolescencia con el trasfondo de la ocupación de Tetuán en 1912 -cuando la zagüía se convirtió en improvisado hospital de campaña para el ejército español- y de la Primera Guerra Mundial.

De la niñez, aunque fue acogida con relativa frialdad en el momento de su aparición por entregas, sin embargo con su publicación en forma de libro, recién recobrada la independencia, se convirtió en una auténtica obra de culto y pasó a ser considerada como uno de los textos fundacionales de la literatura moderna. Igualmente fue la primera obra de un autor marroquí incluida en el corpus de lecturas obligatorias de los estudiantes de enseñanza secundaria, pasando así a formar parte del imaginario literario de numerosas generaciones de marroquíes escolarizados. Este texto se inscribe en la tendencia de la narrativa árabe moderna que ha tratado la división entre Oriente y Occidente, pero, al mismo tiempo que compara dos ambientes contrapuestos, relata también el nacimiento del Movimiento Nacional.

El cuarto capítulo está centrado en la obra Enterremos el pasado (Dafanna al-madi) de Gallab que vio la luz en forma de libro en 1966 y que, junto con De la niñez, fue una de las novelas más leídas y comentadas -introducida en los planes de estudio de los institutos nacionales-, pero también una de las más polémicas por su visión del periodo colonial y del Movimiento Nacional, lo que le granjeó duros ataques. Así, en un principio, la obra fue calificada por Guennún como primera novela marroquí y su autor como el primer novelista marroquí. Al año siguiente de su publicación, obtuvo el premio nacional al-Magrib (Marruecos) en su primera edición, lo que indicaba que se ajustaba a los cánones estéticos e ideológicos del poder establecido.

Tras los elogios iniciales, a finales de los sesenta, Berrada sostuvo que, en Enterremos el pasado, se daba más importancia a los hechos históricos que a los personajes y que éstos no estaban adecuadamente planteados. Aljatib acusó al autor de autoerigirse en una especie de personaje “profético” en el ámbito de la cultura marroquí. Para Naquri, crítico marxista más radical en esta época, la obra era fruto de la coyuntura histórica y reflejo de la ideología de la burguesía nacionalista. Ahmidani la entiende como lucha entre una nueva generación que se enfrenta a las tradiciones anticuadas y al colonialismo, pero reflejando la propia visión de Gallab de la realidad social.

Sin embargo, a mediados de los ochenta, cambia el rumbo de las percepciones de esta obra con Alawfi quien afirmó que, tras tres décadas de novela marroquí, Enterremos el pasado no había ido superada y que pocas novelas, como ella, permanecían prendidas en la memoria marroquí. Finalmente Akkar, a la luz de las nuevas tendencias post-estructuralistas de los años noventa, la situará como la primera producción novelística “madura” que merece ser considerada fundacional de la novela moderna, al mismo tiempo que se despegaba de la tendencia autobiográfica, como de los modelos clásicos de la maqama y la rihla.

El quinto capítulo recoge el estudio de dos obras, al-Gurba (El extrañamiento) de Laroui y al-Mar’a wa-l-warda (La mujer y la rosa) de Zafzaf, que, a principios de la década de los setenta, modificaron el curso de la narrativa tradicional y los contenidos nacionalistas predominantes hasta ese momento, puesto que la primera inauguró la vía de la experimentación formal y la segunda la vía de un realismo de lo cotidiano sin ánimo de ser social. El extrañamiento, publicada en 1971 bajo la categoría de qissa, planteó un antes y un después de la independencia, apartándose no sólo de los cánones del “realismo socialista”, establecido por Gallab, sino también de la literatura etnográfica, y, aún más, fue interpretada como un compendio de técnicas nuevas de carácter experimental.

Por otra parte, la etimología de extrañamiento ofrece un interesante paralelismo con la etimología de gurba, garb-garib, por lo que, desde el propio título, alude a una doble proyección: hacia el exterior de sí mismo y del país, y hacia el interior, en el sentido sufí de vivir como en extraño en este mundo, sigue afirmando Fernández Parrilla.

Un año después de la publicación de esta obra, se publica en Beirut la novela La mujer y la rosa -mal comprendida y tergiversada en un principio-, cuya aportación a la tradición novelística marroquí fue la incorporación del sexo como tema artístico, así como, por primera vez también en la tradición novelística marroquí, se hacía alusión a Occidente -parte de los acontecimientos transcurren en España-, pero no en tanto que ente colonial sino como conjunto de valores, por lo que resultó evidentemente prolífica en este tipo de análisis. Relación con el Otro, por otra parte, que ya había introducido Laroui en L’idéologie arabe contemporaine, incorporando espacios distintos a los habituales.

Según Alyaburi, las principales novedades, aportadas por esta obra de Zafzaf, son la multiplicidad de narradores o la utilización de elementos como el sueño, símbolos o técnicas cinematográficas, al mismo tiempo que desarrolla las tendencias más importantes de la novela moderna marroquí: las pasiones terrenales y las sensaciones corporales -sexo, alcohol, hachís, dolor o hambre- que culminarán con la autobiografía novelada o novela autobiográfica, El pan desnudo, de Mohamed Chukri.

Ya en la segunda parte de este estudio de Fernández Parrilla, el sexto capítulo recoge la poética de la novela y la formulación crítica de un género literario. Así, aunque la literatura marroquí moderna, lo mismo que su crítica, comienza en los años cuarenta, fue en los sesenta cuando se dieron las condiciones para el desarrollo de una auténtica literatura nacional. Pero tras la poesía y la narrativa, la crítica literaria ha sido considerada como el tercer género en importancia. Sus canales de publicación seguían siendo las revistas y los suplementos culturales de los periódicos nacionales, a los que se añadieron los trabajos de investigación universitaria y más tarde -década de los setenta-, las primeras monografías.

Fue en 1961, cuando Mohammed Berrada -joven crítico de lengua árabe- hizo la primera contribución sobre la incipiente literatura moderna de su país, en el artículo “Problemas de la literatura marroquí contemporánea”. En 1963, Gallab -periodista, escritor y crítico literario- fijaba los géneros de esta literatura en “Rasgos de la literatura árabe moderna en Marruecos”. Tras los artículos de estos dos críticos en las revistas Da `wat al-haqq y Afaq, respectivamente, aparece, en 1964, la primera contribución en forma de libro: Nuevas de la nueva literatura marroquí de Guennún.

La crítica actual, en general, está de acuerdo en afirmar que la novela, influenciada por la novela árabe y por la occidental, ocupó un espacio importante durante la década de los sesenta. Según Al-Madini, la narrativa marroquí nace como resultado del encuentro con la cultura del Masriq y con la cultura occidental. Ese interés por el estudio de la novela se debió a la implantación del sistema educativo, en el que destaca el papel desempeñado por la universidad. Luego, sobre todo a finales de los sesenta, la novela recibió una atención pormenorizada por parte de los críticos, asignándola un puesto preponderante que podía tambalear la poesía, en su papel de “estrella indiscutible de las letras árabes”.

Cronológicamente y en 1967, el primer ensayo que abordó la novela árabe como objeto de estudio fue L’idéologie arabe contemporaine de Abdallah Laroui, donde establece la distinción entre roman (novela) y nouvelle (relato) y afirma que la novela árabe, producto de un estadio concreto de la evolución de la sociedad, se encuentra aún en proceso de formación. En ese mismo año, Ahmad Alyaburi presenta su pionera memoria de licenciatura, inédita e innovadora respecto a la terminología: Fann al-qissa fi l-Magrib: 1914-1966.

Un año después, Le roman maghrébin de Abdelkébir Khatibi, que comprende el periodo entre 1945 y 1962 (fecha de la independencia de Argelia), señala que la novela magrebí ha sido practicada por los escritores que escriben en francés, mientras que los de lengua árabe emplean especialmente la poesía, el ensayo y el relato: aunque unos hayan descubierto la novela a través de la literatura europea y otros mediante la literatura árabe oriental, ambos forman parte de una identidad marroquí. Con ese estudio se inicia también una conciencia literaria magrebí moderna.

Importante igualmente -continúa apuntando Fernández Parrilla-, el ensayo inaugural de Berrada, “Fundamentos teóricos de la novela marroquí escrita en árabe” (1969), en el que no ocultaba su deuda con Lukács (Teoría de la novela) y con Goldmann (Por una sociología de la novela). Se planteó no ya la arabidad sino la marroquinidad de un género literario como la novela y se aportó que estaba regida no ya por criterios ideológicos sino por criterios artísticos.

En general, la crítica ha sido unánime en considerar a la novela como género literario que surgió “para expresar la conciencia de la clase burguesa”. Naquri subraya: “nacionalista y burguesa”, aunque Dagmumi la ve como el resultado de un cambio cultural y social profundo. Actualmente, sin excluir el elemento burgués, la crítica antepone las bases literarias más que las sociales para el análisis de la novela marroquí. También parece estar de acuerdo en señalar que hasta la década de los setenta no se produjo la verdadera diferenciación de los géneros narrativos. Fue en la década de los ochenta, según al-Qamari, cuando riwaya, que pasará a denominar con exclusividad a la novela moderna, se impone definitivamente sobre qissa.

Gonzalo Fernández Parrilla, en el séptimo capítulo, escribe ampliamente sobre la construcción y la reinvención del canon y señala que la elaboración de éste se halla relacionado con el despertar de la conciencia nacional. Si Guennún, como se dijo, contribuyó decisivamente al establecimiento del primer canon nacional y la primera obra conformadora del canon fue la ya citada investigación universitaria de Alyaburi, al texto de De la niñez se le consideró como fundador de la tradición novelística, aunque Naquri afirmó que era una de las obras “más ingenua y simple de la narrativa marroquí”.

Y a principios de los setenta, el pensamiento marxista fue uno de los referentes en el campo cultural, en los críticos Aljatib, Naquri y Chaui. En la década de los setenta, la impronta del método estructuralista genético, fue de notable influencia en los medios marroquíes especializados en la novela. Las nuevas corrientes críticas de corte sociológico fueron desarrolladas por una generación de críticos relacionados con la universidad (contribuyendo a la institucionalización de la literatura marroquí moderna) y al amparo de las revistas Souffles-Anfas, Aqlam y al-Taqafa al-yadida, cuyo objetivo, señalado por Tenkoul, fue “hacer escuchar la voz de una nueva cultura marroquí que se creía aún dependiente de Oriente Medio”.

Al mismo tiempo, los suplementos culturales de los diarios de la oposición política, como elemento formador del canon, consagraron textos narrativos y las bibliografías orientaron los estudios de los especialistas. Así, el cambio de canon propuesto por la Unión de Escritores de Marruecos, La zagüía pasaba a ser la primera novela marroquí y, entre 1981 y 1996, se señalaba que 140 novelas habían visto la luz. Ya en el 2000, se cifraba en más de 250 el número de novelas marroquíes y se subdividía su producción en histórica, autobiográfica y social. Destacando los temas de la reconstrucción de la identidad y el diálogo con el Otro.

Finalmente en la reinvención del canon, capítulo octavo, se destaca El encuentro de la nueva novela árabe (Fez, 1979) que supuso la salida a la escena árabe de la vigorosa crítica marroquí y el declive del discurso ideológico. La crítica, entonces, basándose en que la interpretación de los textos se lleva a cabo desde la pragmática y la recepción, se va adentrando en una fase de experimentación y teorización. En ese sentido la obra de Bahrawi -que Fernández Parrilla traduce en este estudio como La estructura de la forma novelesca: espacio, tiempo y personaje- marcó un auténtico cambio de óptica.

Por otra parte, en la literatura marroquí moderna, la autobiografía es un género característico que ostenta un estatus privilegiado como El pan desnudo y De la niñez, escritos en clave autobiográfica. Así desde la segunda mitad de los años ochenta, y sobre todo con la tesis doctoral de Abdelkader Chaui (1997), se establece el carácter autobiográfico de los textos antes considerados novelas. En ese campo se definen dos posturas: quienes, como Bahrawi inspirado en las teorías de Lejeune, consideran que el pacto autobiográfico es diferente del novelesco, y quienes defienden la fusión de los dos géneros en determinadas obras desde las primeras novelas.

Fue Chukri quien, adelantándose a la crítica, calificó a su propia obra, El pan desnudo, como autobiografía novelada. De todas formas, continúan las reflexiones de críticos (Alawfi) y narradores marroquíes (Dagmumi) sobre la relación entre autobiografía y novela. Así la ampliación retroactiva del canon se fundamentó en nuevas teorías de la genealogía de los géneros literarios, sobre todo en los modelos de Bajtín que influyó en Alyaburi quien, a su vez, propuso un nuevo marco cronológico y nuevos límites conceptuales para la génesis de la novela, poniéndose fin al predominio de Lukács en la escena crítica. Para Alyaburi, los textos autobiográficos -La zagüía en primer lugar- y la narrativa histórica -desarrollada por Benabdellah- fueron las canteras en las que se había modelado la novela.

También la crítica marroquí comienza a considerar las obras autobiográficas e históricas de Alwazzani, Benabdellah y Benyellún como textos fronterizos y no ya como textos fundacionales. Igualmente la vinculación entre rihla y novela se debe al mencionado influjo de Bajtín, de ahí que aquélla fuera considerada como uno de los antecedentes de la novela. Luego, rihlas concretas se vincularon con los orígenes de la literatura moderna. Fue al-Mini’i quien señaló al-Rihla al-marrakusiyya de Almuwaqqit como “el primer intento de hacer novela en Marruecos”, “simple seudo-relato social” próximo al género de la maqala.

Sin embargo algunos críticos -renunciando a retrotraer los orígenes de la novela a esta obra- la calificaron de “novela abortada”, y otros de crear un marco ficticio -recurso al viaje imaginario-, con el fin de hacer crítica social -aleccionadora y moralista-: uno de los objetivos, por otra parte, que persigue Almuwaqqit en sus obras, subraya Fernández Parrilla.

Por otra parte, se ha insistido en emparentar la moderna autobiografía con géneros característicos de la literatura clásica como la fahrsa. Así Muwaddin aduce que La zagüía debe mucho a ese género clásico. Igualmente la autobiografía ha sido relacionada con Algacel o Ibn Jaldún, autores clásicos que la cultivaron. De ahí qua Alyaburi señale que La zagüía es “un proyecto catártico que directa o indirectamente, pretende juzgar un pasado concreto”. De ese entronque con los géneros y autores clásicos se apuntó también a lo sucedido en el resto del mundo árabe, por lo que Berrada señala a las primeras novelas egipcias de carácter autobiográfico, como Zaynab de Muhammad Husein Haykal, Los días de Taha Husein e Ibrahim al-Katib de Ibrahim al-Mazini.

Actualmente, sigue señalando el autor de este estudio, a pesar de que la mayoría de los críticos sitúan los inicios de la novela en 1942 (La zagüía), una nueve corriente de recuperación de Enterremos el pasado parece situar a esta última como el inicio consciente de un género narrativo nuevo y diferenciado, lo que supone un nuevo giro en la concepción del canon.

Por tanto -concluye este estudio-, aun cuando la crítica había abordado el estudio de obras concretas a partir de un punto de vista sociológico, surgirá una nueva escuela de teóricos que, desde la narratología, definirán los principios generales de la obra literaria. Así, para algunos de los críticos, como Saduq, la novela en Marruecos no había pasado de ser “un género subdesarrollado”, puesto que, a la dificultad de publicar un texto y a la escasez de lectores, las experiencias literarias de cierta popularidad de Zafzaf y Chukri no parecen repetirse por el momento.

El Mundo, Madrid - 31 de agosto, 2006

Cronista de un Cairo mítico

Cronista de un Cairo mítico, El Mundo, Madrid, jueves 31 de agosto, 2006, p. 46.
publié intégralement avec le titre:
“Naguib Mahfuz, Premio Nobel de Literatura, desde los callejones del Cairo al hombre universal”,
“L.E.A.”, Provincia Agustiniana Matritense, Madrid, nº 87, abril-junio de 2007, pp. 48-51.

Mon monde à côté de Chraïbi, des écrivains maghrébins

Le Monde à côté de l’amour

Driss Chraïbi, Le Monde à côté, París, Denoël, 2001, 224 p.

Un livre, tel un tableau, est le miroir où nous nous regardons. Voilà son secret [notre secret, lecteur]. Le livre parle directement à celui qui s’arrête, longuement, à le regarder:

Un noeud à la gorge, de douces larmes sur le visage, des sons d’une musique poétique dans l’âme, le fredonnement d’un sourire narquois tremblant aux lèvres et, surtout, la soif de vivre et d’aimer peuvent demeurer –peut-être- dans le lecteur, en finissant la lecture de Le Monde à côté, la suite des “memoires” Vu, lu, entendu, de Driss Chraïbi.

Tout un ensemble de traits et d’indices qui “aident” à comprendre ce que Chraïbi a côtoyé, d’une part et d’autre de la Méditerranée et à travers le monde, le regard attentif mis sur l’asphyxie de la liberté: la foi en l’homme et l’espoir en un monde meilleur (Merci Chraïbi).

L’écrivain construit, intelligemment, le fil de son récit avec la nouvelle journalistique de la mort de Hassan II (le texte est dédié à son jeune fils, Mohammed VI, l’actuel roi du Maroc):

”Cet homme qui vient de quitter la vie ne m’a pas empêché d’écrire. Mais pendant vingt-cinq ans mes livres ont été interdits dans mon pays natal”.

Un débit de voix dans le lointain, des échos et des silences courent à travers une mémoire et une imagination prodigieuses. Chraïbi, soixante quinze ans, re-crée, rendre hommage, lorsque la doleur et la menace d’une mort rampante –à la publication du Passé Simple- (ne sont plus) ont laissé déjà d’être une catharsis.

Il y a longtemps que le désenchantement, la violence, se traduisent dans une humour -“iconoclaste”- qui blâme, dans une humour qui décape des êtres et des objets: une matérialisation de la distance et de la distantiation nécessaires à la continuité de “sa” quête –d’absolu- et à l’écoulement de la vie.

Les mots du ”chimpanzé, le titi de l’inspecteur Ali” (un as de la sécurité chérifienne et un sosie de “Colombo” –quoique plus cultivé et moins crasseux-, de “Sherlock Holmes” et de “Pepe Carvallo”) s’adressent à travers le narrateur au catafalque de Hassan II:

“Dís-moi donc: qu’est-ce qu’on va faire de tes innombrables portraits? Ils sont partout, à chaque coin de rue, dans les gares, les aérogares, les commissariats, les prisons, les librairies, les établissements scolaires, les hôtels, sans compter les timbres et les billets de banque.

“À la place de ce Coran-ci, j’ai bien envie de te psalmodier le bouquin de Vasquez Montalban, Moi, Franco. Tu as connu Franco, m’est avis.

“C’était un crétin et, parce que c’était un crétin, il avait fait trembler ses concitoyens pendant des générations.

“Et les Espagnols se sont mis à le déboulonner tout de suite après sa mort. Mais nous ne sommes pas des Espagnols, nous autres.

L’humeur subtile, la langue savoureuse et poétique de Chraïbi, lui permettent de survoler le simple récit “autobiographique” –le sésame de la mémoire-. Ainsi, son incursion dans la littérature, lorsque, en 1953 et à Paris (”comme un oiseau tombé du nid, sans un sou, c’est ce qui me décida à écrire”), il remit son manuscrit –son premier coup de maître et un coup aussi à l’estomac: Le Passé Simple- aux éditions Denoël, puisqu’on était à Noël...: Une brillante idée.

Comme le fut aussi la germination de Les Boucs (”cité pour le Goncourt”) à côté du regard (”lapis-lazuli et de sa nudité, un privilège de l’enfance”) de Catherine (Isabelle dans Les Boucs) qui avec Sheena (”la voix de contralto voilée”), pour qui La Civilisation, ma mère!... a été écrit (un texte “féministe” d’amour filial), et aussi avec Dominique (la fille regrettée de Mort au Canada) composent la pierre angulaire de ce récit: Des rayons de soleil par la transparence de leurs regards.

Car c’est avec l’image de la femme, que l’esprit de l’écrivain commence à s’adoucir et son intérêt pour elle à s’accroître (Ruth dans Un ami viendra vous voir).

Le lyrisme naît aussi, dans Le Monde à côté, dans la très belle description de l’hiver de Labaroche, lorsque Chraïbi observe, subtilement, le monde extérieur et le concentre vers son propre intérieur et, alors, cet instant d’une grande lucidité -qui est la poésie- jaillit.

Également, le souvenir lancinant de la mort de son père revient (Succession Ouverte):

Il fut ”mes tenants et mes aboutissants. Tout mon passé. Il me gardait au chaud ma part de patrimoine en dépit de mes errements”. (Pourquoi Driss, ce clin d’oeil à la critique littéraire? Une critique peut-elle être exempte d’une analyse de l’architecture textuelle qu’est toute création?)

Et soudain, avec la même facilité pour attendrir -des myriades d’émotion charnelles-, toujours avec des images hautes en couleur, Chraïbi mène de la main le lecteur vers un autre sujet. Car, comme tout grand créateur, sa singularité, sa voix personnelle, se déplace parmi le lyrique, la plaisanterie, la farce, le réalisme et l’histoire.

Le souvenir du moment de la création de ses oeuvres descend sur lui comme la bruine: Naissance à l’aube revient, elle prend le rythme de la nudité et du début de l’espoir(1):

Chraïbi n’a t-il pas écrit que “les maisons les plus somptueuses sont appelées à devenir des décombres [...] Donnez-moi plutôt ce qui demeure: des livres”?

Mais avant, l’assaut aussi de la création de La Mère du Printemps (l’estuaire de l’Oum-er-bia, le fleuve de sa ville natale: Al Yadida) revint à sa mémoire. Dans cette oeuvre, il nous a voulu dire que les états se succèdent, la Terre demeure et ce qui compte c’est la beauté du monde et la fraternité parmi les hommes:

“Il n'y a plus de portes. Les âmes se sont ouvertes”. (Un certain jour, Chraïbi m’avoua: “Ma véritable patrie est l’Andalousie, j’ai essayé de la reproduire en Alsace, au Canada, à île d’Yeu...”)

Voici le compromis de cet écrivain (des écrivains maghrébins): ce qui est en jeu c’est l’offre au dialogue des cultures, le partage.

Donc ne pleurez pas dans l’exil, semble-t-il dire, au fil de sa narration, à ceux qui se plaignent de la biculturalité:

“L’exil est un royaume. J’appelle exil à l’ouverture à l’Autre, le besoin de se renouveler et de se remettre en question”.

Globe-trotter impénitent, Driss Chraïbi est un cas à part dans la littérature Maghrébine. Toujours à l’avant garde de son époque et considéré, jadis, d’un regard méfiant par ses compatriotes et par la critique, à cause de la crainte et de la vérité authentique que transmet son écriture.

Le style de ce récit (avec le même titre du “roman de Fritz Peters”) est ludique, brûlant. Un style qui, néanmoins, se plie, avec douceur et générosité, devant la rencontre des êtres qui le touchent: Feraoun, Kateb, Laâbi, Bordigoni, Basfao...

Non, Driss Chraïbi n’est pas irrévérent –avec cette nuance de méchancété mais avec une sorte d’irrévérence salubre-, et il ne méprise ni le journaliste ni l’universitaire. Son attitude est surtout courageuse, sincère à brûle-pourpoint, lorsqu’il scrute l’inauthentique, l’“insectuel”“la coutume est une seconde nature”-, celui dont il “pressent” qu’il n’a pas lu son oeuvre et qui s’en vante, peut-être.

Cet expert tacticien –magicien- de la communication, déconcerte aussi les indiscrets -curieux- et, en même temps qu’il est rétif à la saisie, il prend une vraie infantine malice à titiller la curiosité du critique et à brouiller les cartes. (Dans son discours fabuleux le réel s’emmêle, inextricablement, à l’imaginaire et vice versa. Peut-être s’entêter à faire leur distinction tranchante, comme postulat de leur lecture, est-il mal entendre –comprendre- cette écriture. Peut-être si l’on comprend son oeuvre comme un appel à la fusion, reste-t-il une certaine empathie et une prudente distance)

Mais son procédé profondément sincère et politiquement incorrect avive l’intelligence et l’indépendance pour le bien-être mental des hommes. Chraïbi a fait sienne la phrase de Térence: “rien de ce qui est humain m’est étranger”.

C’est pourquoi les salles -où il est convoqué- sont pleines, tant est l’expectation que soulève cet écrivain qui perce des sentiers tout en se déchirant, comme l’Algérien Kateb Yacine en se tatouant.

Chraïbi déteste l’hypocrisie officielle, les convenus ”salamalecs”, le gros tapis rouge usé par des crocs-en-jambe et par des ”types avides, clientélistes” (lui, il n’est pas “un fonctionnaire de l’écri-vanité”).

Seuls les hommes, les femmes, les étudiants –la jeunesse- et les enfants de sa terre –de toutes les terres- l’émeuvent charnalement.

Dans sa dernière lettre (31-12-2001), il m’écrit:

“Depuis la sortie de mon livre, j’ai renoncé à une tournée au Maroc en octobre, et en Mauritanie en décembre. Je suis invité dans une semaine à l’Académie des Sciences à Carthage (Tunisie), mais je n’irai pas. Par contre, je serai avec Sheena le 17 janvier à Marraquech, pour un voyage de plaisir. Le monde me semble à côté de l’amour.

Beyrouth, Istamboul me demandent en mars. Un journaliste du Sénégal également. Je verrais “mañana”.

Cet écrivain, qui premièrement fut poète, ouvre la première partie de ses “mémoires” -Lu, vu, entendu- avec un chant: “Je remercie la vie. Elle m’a comblé”.

Maintenant, cette allégresse conclut la seconde partie -Le Monde à côté-: “La vie continue. Bonjour la vie!”

Une leçon de calme, de laisser écouler –sans angoisse- le temps, se trouve dans l’oeuvre de Chraïbi: c’est sa leçon magistrale -”le temps remonte le temps; il faut donner du temps à [ses] livres”.

Laisser faire le temps –semble-t-il dire. Devant la détresse, devant le temps, maintenir toujours un rythme lent:



Durante este breve pasaje
en el Cosmos insertarse.
Toda pretensión abandonar,
del yo poderse vaciar,
indolente como la piedra
inerte pero fecunda
como la tierra (Poème inédit de cet auteur)
Leonor Merino

(1) Driss Chraïbi a vécu, dans sa propre chair et avec son écriture, que le temps engendre la coutume et les dogmes établis par l’homme dégradent les racines authentiques de la religion et ternissent l’authentique vérité: le temporel détrône le spirituel.

Note :

On ne sait jamais quand est-ce qu’on fait quelque chose pour la dernière fois: le dernier article, la dernière lettre, le dernier poème –à la fin on ferme l’oeuvre et il ne reste que le nom de l’imprimeur...

Lorsque cet écrivain partira de l’autre côté du miroir -jamais il en mourra-, lorsqu’un écrivain maghrébin partira de l’autre côté du miroir -jamais il en mourra- qu’on ne me demande pas un panégyrique -le dernier fut pour Mohammed Zafzaf. J’aspire à tout dire dans ces vies-là-, que d’autres le rédigent, buvant -peut-être- de ce que j’ai aussi bu et dont je me suis nourrie.

Dans ces moments là, rester en solitude –c’est mon désir- regarder en paix le ciel émaillé, et, comme Driss, voir que “chaque étoile dans le ciel est une larme, une âme. Et toutes sont mes larmes, des parcelles de mon âme. Toutes m’ont parlé avec le langage des origines, avec la langue du poème. Lentement, le poème est devenu une musique. Un à un, j’ai pris par la main puis dans mes bras tous les êtres et toutes les choses que j’ai aimés et qui ont disparu. El j’ai dansé avec eux sous le ciel vert, valsé, valsé en une valse lente, très lente, de plus en plus lente jusqu’à l’immobilité. La vie continue. Bonjour la vie!” (Le Monde à côté).

L’enfant, qui demeure toujours en Chraïbi –qui demeure en tout écrivain maghrébin qui a ouvert, généreusement, la fenêtre de son imagination et qui a foulé des terres au-delà de ses berceuses maternelles-, sait que cette solennité qui s’appelle la vie quotidienne est l’ensemble infini de déboires, de joies, dont la mélancolie et l’espoir nous mènent vers un fleuve qui ne finit jamais... Oui, Driss Chraïbi, ”La vie continue”...


Nuevas del aire nº 54, Madrid, mayo, 2007, pp. 18-19

Driss Chraïbi: pionero e innovador de la escritura magrebí, traducido a nuestra lengua

El 1 de abril de este año, cerca de Crest en el sureste francés, un rincón vetusto de color ocre y verde bajo su límpido cielo, falleció el universal escritor marroquí Driss Chraïbi, próximo a cumplir sus 81 años y nacido en Al Yadida. Él mismo había dicho: “hay que exiliarse para ser uno mismo y poder mantener cierta distancia del propio país para poder hablar de él”.

Antes, este hombre larguirucho de pasos indolentes, cabellera rebelde, ojos pícaros, soñadores, y voz persuasiva -albergada en una garganta de hierro-, hizo estallar los tabúes y despertó a las conciencias adormecidas.

Driss Chraïbi fue “l’enfant terrible” marroquí de los años cincuenta con quien llegó el escándalo con su primera obra El Pasado Simple (Del Oriente y del Mediterráneo, 1994) e inauguró una serie de novelas contestatarias en la literatura magrebí de lengua francesa, tocando, irremediablemente, las campanas por la muerte de otras obras consideradas como etnográficas y de divertimento para el público occidental. En esa primera ocassión, el autor se quitó el guante para rebelarse contra el padre y hablar de lo sagrado, aunque lo implícito de la novela está en la ternura hacia la madre, la mujer, esclava de la Historia, pero sobre todo esta novela se afirma como un gran montaje textual. El mismo tema se va a encontrar, más tarde, en otros escritores, enriquecido y remodelado según las necesidades novelescas, políticas o sociales.

Chraïbi confirma su papel de pionero en Les Boucs, denunciando las condiciones de vida de los inmigrantes magrebíes en Francia, reducidos a una existencia infrahumana: este autor, hijo de burgués e ingeniero químico decide vivir la misma situación que sus hermanos de miseria.

Luego, tras haber escrito las siguientes pequeñas joyas de la literatura: L'Âne, La Foule, De tous les horizons y sobre todo Succession ouverte en homenaje a su padre, el autor se viste con bata blanca de psiquiatra en Un ami viendra vous voir. Y de nuevo llega el escándalo, la incomprensión, el malentendido, puesto que todo lo que Chraïbi escribiera despertaba siempre interés.

En su siguiente obra La Civilización, ¡madre mía!... (Centro Francisco Tomás y Valiente, 2001) se establece un lazo casi fetal entre los tres personajes: sueño despierto donde las palabras empleadas son concretas, visuales y dirigidas al alma. Ternura, amor, diversión, alegría y sutil sensibilidad son los ingredientes que explican, en gran medida, la acogida del público quien va a vivir, apasionadamente, la maravillosa evolución intelectual de una heroína, cuya bondad, candidez y frescura de alma quedarán intactas, frente a la angustia y a la ambición mundana.

Fue formidable fue el eco de esta obra -traducida en numerosos países y que yo también traduje-, que podría hacer tanto por la mujer magrebí como un grueso libro de sociología, y que era todo un testimonio de lo que intenta hacer el mundo árabe para salir de su inmovilismo secular y adaptarse a este Occidente que detenta la llave del progreso, de la modernidad.

Ahora, el título de Mort au Canada, así como la musicalidad de esta obra, indican bien la ruptura mortífera: toda experiencia queda en nuestra piel y algo muere en cada despedida. Y siempre en búsqueda de sus raíces profundas -“se puede renunciar a todo menos a la infancia”-, escribe Une enquête au pays y La mère du printemps, un canto carnal, mítico, sensual, a la historia natal -en las orillas del río La Madre de la Primavera-, y sobre todo Nacimiento al alba (Mario Muchnik, 1994) donde la conquista de España es el elemento detonante de una voluntad totalmente responsable de los contactos entre Europa y el Magreb.

De nuevo pionero, con la saga de L’Inspecteur Ali, Une place au soleil, L'Inspecteur Ali à Trinity College, L'Inspecteur Ali et la CIA y L’homme qui venait du passé nos llega la risa contagiosa, iconoclasta, satírica e irónica de ese inspector epicúreo llamado como el yerno del Profeta, que el escritor lanza por el planeta para indagar sobre las cuestiones geoestratégicas mejor guardadas y poder dar así su propia visión de las relaciones internacionales. Chraïbi nos embauca con este “sabueso” más culto y menos mugriento que Colombo, pero atenazado siempre por un hambre insaciable como Pepe Carvallo.

Los deliciosos cuentos ilustrados del âne K'hal y en especial El Hombre del Libro (Del Oriente y del Mediterráneo, 1997) -que revive la jornada del 26 de Ramadán del año 610 junto al Profeta-, sus sabrosas “memorias”, Vu, lu, entendu y Le monde à côté dan cuenta, hasta su último hálito, de la labor fecunda de un autor que dijo a quemarropa lo que pensaba, una especie de “franco tirador”, puesto que su obra es espejo de sus pasiones profundas.

Su estilo sensible, nervioso, espontáneo, directo, está teñido de un humor tierno, íntimo, devastador que no deja indiferente al lector. Por eso sus obras han sido traducidas en árabe, en Estados Unidos, en Europa, y ha recibido los premios: “L'Afrique méditerranéenne”, 1973 por el conjunto de su obra; “L'Amitié franco-arabe”, 1981 y el “Mondello” en Italia por la traducción de Nacimiento al alba. Su obra ha sido estudiada en todo el mundo y a él le dediqué el segundo tomo de mi Tesis Doctoral.

Finalmente, Driss Chraïbi buscó, profundamente, la emoción, y no pretendió detentar estupendas respuestas sino plantear buenas preguntas. Sus frases son generalmente cortas, yuxtapuestas, rotas por una puntuación que marcan sin cesar un ritmo repetitivo, empleando todas las herramientas de una escritura moderna o posmoderna: digresiones, elipses narrativas, diálogos calientes, connivencia con el lector y micro relatos en el interior del relato principal que lo enriquecen, convirtiendo su escritura en toda una búsqueda por la emoción y por la musicalidad de la frase, en su ansia hacia la verdad, el amor por el ser humano y por la mujer en especial, a quien conoce como a las aguas vivas de su río natal, Um er-Rebi’a, allí donde se mezclan con las del océano en un acto de amor, al fondo del rugiente abismo.


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Leonor Merino,
Dra. de la Universidad Autónoma de Madrid
y autora de Encrucjada de literaturas magrebíes.

"EL PAÍS", viernes 6 de abril de 2007, p. 43.

EN MEMORIA DE DRISS CHRAÏBI
El escritor universal marroquí

Nacido en 1926 en Al-Yadida, Marruecos, Driss Chraïbi ha fallecido a los 81 años el primer día de abril en el hospital de Valence (Francia), próximo a la ciudad de Crest, hermoso rincón medieval francés, donde este escritor de silueta alta y solitaria eligió para vivir, después de haber estado en las islas Ré y Yeu en el Atlántico.

Bisagra entre la clásica y la moderna generación en todos los terrenos donde emergen temas innovadores, ha sido no sólo el precursor, sino literariamente el iniciador debido al hálito que ha dotado a su escritura siempre renovada.

Estamos en 1954, su obra El Pasado Simple (Del Oriente y del Mediterráneo, 1994) estalló como una “bomba terrorista” en un Marruecos que vivía momentos muy críticos -el sultán en el exilio y revueltas ensangrentadas- en el logro por su independencia. Chraïbi, al emplear un estilo desgarrador e innovador, ataca el fariseísmo, la hipocresía de las conductas y la explotación de unos por otros. El escritor hace una sincera denuncia de la degradación de valores, designando el abismo que separa el espíritu coránico de las actitudes de aquellos que se sirven del sagrado texto como escudo y arma.

Considerado como un traidor a su patria, el joven escritor lloró amargamente y renunció de su obra. Posteriormente, los estudiantes, en quienes confió, así como la crítica y todos los medios intelectuales, con Abdelkébir Khatibi y Abdellatif Laabi, le aplaudieron como el mejor escritor marroquí en lengua francesa.

Él mismo confesó: “Sentado entre dos puertas cerradas (Oriente y Occidente), he gritado tanto a la fraternidad humana y al conocimiento mutuo que estoy enfermo, insomne, y me sobresalto con el vuelo de una simple mosca. Y, como repercusión, en mi soledad, he recreado una tierra natal con color a espejismo y verdad”. Esta cita que se encuentra en Succession ouverte (1962), y que parece ser la continuación del Pasado Simple, nos mete de lleno en otra obra seductora de domeñada emoción. El narrador fatigado, lleno de nostalgia, necesita regresar al seno de la Umma, la tribu. Y si al héroe se le ha privado -por decisión paterna- de la herencia material, sin embargo es depositario de una herencia más sublime: la espiritual.

En Les Boucs (1955), el autor, siempre pionero, se introduce en la vida brutal de los inmigrantes que, desarraigados, no han encontrado sino la falta de trabajo y la mayor miseria en medio de un pueblo francés indiferente. Pero a pesar del análisis de una situación terrible, hay también una búsqueda de reconciliación entre los hombres donde quiera que se encuentren.

De nuevo, es el primero que denuncia las ilusiones de liberación que habían hecho renacer el movimiento nacional y hace una crítica feroz al Marruecos postcolonial en L'Âne (1956), crítica que retomará bajo tono burlesco sobre el mundo occidental en La Foule (1961). Con De tous les horizons (1958), reeditada en Marruecos bajo el título D'Autres voix (1986), nos ofrece seis deliciosos relatos inspirados en la isla Ré. Luego, vestido con bata blanca de psiquiatra y sin miedo a las palabras, pone el dedo en la llaga y denuncia el tabú sexual, en Un ami viendra vous voir (1967), para salvar a la mujer de una civilización materialista, mecánica y fría.

De ahí que en la obra maestra, teñida de ensoñación y ternura, La civilización, ¡madre mía!... (Centro Francisco Tomás y Valiente, 2001), la mujer, portavoz del conjunto del Tercer Mundo, salga de sus “velos” para ir al descubrimiento de Occidente.

Mort au Canada (1975) explica con su título el hecho mortífero de la ruptura: en cada experiencia, en todo camino, en toda separación queda algo de uno mismo, muere lo mejor de nosotros mismos. Y su trilogía, Une enquête au pays (1981), La mère du printemps (1982) y Nacimiento al alba (Anaya & Mario Muchnik, 1994) es un vasto fresco novelesco islamo-bereber que se ensancha hasta la conquista de España.

Chraïbi, de nuevo inovador, con la saga de un chiflado sabueso nada ortodoxo (L’inspecteur Ali), recrea el “Cándido” del mundo mediterráneo y, a través de él, posa una mirada irónica sobre la sociedad árabe abriéndose a cualquier libertad (Une place au soleil), y embaucándonos con este Colombo magrebí, más culto y menos mugriento (L’inspecteur Ali et la CIA), atenazado siempre por un hambre insaciable como Pepe Carvallo.

También, al surcar senderos no trillados para sorprendernos -realidad que hechiza y conmueve-, escribió El Hombre del Libro (Del Oriente y del Mediterráneo, 1997), donde el Profeta Mahoma extrae su fuerza de su relación con el Libro, con lo escrito, fuente de luz.

Finalmente en Vu, lu, entendu, Le monde à côté y L’homme qui venait du passé, el tiempo cabalga al tiempo, el presente reenvía al pasado, con imágenes poéticas que son el alma de la gente de su tierra. La relación que mantuvo con ella y con la historia natal -en las orillas del río La Madre de la Primavera- fue carnal, sensual y mítica, puesto que Driss Chraïbi buscó, profundamente, la emoción, y no pretendió detentar estupendas respuestas sino plantear buenas preguntas.

Fue el genio creador que, a partir de su ensoñado mundo, por su poético hálito y pícara simpatía alcanzó el fervor humano y lo universal.

Leer su obra es descubrir, en cada página, un corazón que late, por amor, y una luz que quema, por su verdad.


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Leonor Merino,
Dra. de la Universidad Autónoma de Madrid
y autora de Encrucjada de literaturas magrebíes.

Driss Chraïbi: Hospitalité chrétienne et islamique partagée

“La vie continue. Bonjour la vie!”, nous disait Driss Chraïbi dans « Le Monde à côté ».

Je veux lui rendre hommage, vous racontant sa première arrivée officielle en Espagne et sa visite chez moi (janvier 1992) et ma visite chez lui (l’été 1993) : « Hospitalité chrétienne et islamique partagée ».

Vous y verrez mon romantique voyage vers Crest, un beau coin médiéval bien aimé par Driss, où il habitait dans une maison de volets bleu ciel. Vous y verrez l’écrivain se promenant indolent avec sa cigarette CRAVEN “A” entre ses doigts. Vous y verrez sa douce Sheena : sa voix de “miel”, de “contralto voilé”, ses cinq enfants, Kirsten, Yassin, Tariq, Mounier, Idir, qui se trouvent derrière ses oeuvres.

Merci, Driss, pour ta foi en l’homme et ton espoir en un monde meilleur.


Ce poème inédit, pour toi :

La muerte, espesa niebla
 dulce paz
 involuntaria ausencia
 gota de lluvia
 guijarro en el mar
 perfume esencia,
hecha poema. 


«Hospitalidad cristiana e islámica compartida»

Sucedió un 22 de enero de 1992 (la guerra del Golfo se transmitía por T.V.). Fue un día inolvidable, húmedo y algo frío. Las nubes que cubrían el cielo estaban bajas, la brisa húmeda sacudía las lágrimas cristalinas de las ramas deshojadas de los árboles, que enmarcan la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid.

A la entrada del departamento de estudios de árabe e Islam, un gran panel acogedor invitaba a profesores y estudiantes a la presentación de tres escritores del Magreb, que emplean en sus escrituras no la lengua árabe sino la lengua francesa, surgida de una dura y larga colonización en el Magreb, sobre todo en Argelia.

Driss Chraïbi, representando a Marruecos, iniciador de estas literaturas, escritor que apunta a la emoción y a la musicalidad de las palabras, y cuyo humor, bajo todas las facetas, es también un arma privilegiada para determinar la tonalidad de sus novelas.

Albert Memmi, representando a Túnez, cuyo talento fue reconocido por Sartre y Vercors a causa de la originalidad en la búsqueda de su escritura que sobrepasa, ampliamente, sus fronteras tunecinas y judías.

Y Azouz Begag, representando a Argelia, perteneciente a la joven generación, llamada "beur" por los medios de comunicación, que recoge la memoria de un pueblo sin historia, esa que surge de los hijos de inmigrantes o de quienes de niños llegaron a Europa procedentes del Magreb.

Estos tres escritores, con su presencia y sus palabras calurosas, rindieron homenaje a todos los escritores magrebíes y a las culturas árabe-musulmana y judía (nuestra herencia), que se expanden a través de sus escrituras perfumadas de sutil textura de amor, desgarro, fraternidad y perfume de espiritualidad.

La presentación, que llevé a cabo, de estos tres escritores fue la primera oficial en España en el Instituto de francés, primero, y en la Universidad Autónoma de Madrid, después. Pero, ante todo, fue el testimonio generoso del encuentro de Oriente con Occidente puesto que a estos dos mundos, convertidos a través del tiempo en mutuo desconocimiento, se dirigen de forma conciliadora los escritores magrebíes.

Sin embargo la escritura de Driss Chraïbi, bien recibido por la Embajada del reino de Marruecos (hoy se estudia toda su obra pero "El Pasado Simple" estalló como bomba terrorista en su tierra) era quien más profundamente me había atraído. Debido, sobre todo, a su vibrante llamada a la identificación con el "otro", a su autenticidad de alma y a su sinceridad a quemarropa.

Por lo tanto, si ya se estaba haciendo realidad uno de mis sueños al presentarle ahora (ardua labor como fue saber si vivía o cómo acercarme a él), también aspiraba, más tarde, a conocer a su familia como el escritor había compartido con la mía, mantel y mesa así como momentos entrañables, durante los días de dicha presentación. Sin embargo, tuve aún que esperar un tiempo -el verano de 1993- para poder realizar mi otro sueño.

En coche, bien acompañada de mi marido y mis pequeños hijos, dejamos Madrid a una hora bien temprana. Atrás quedaba Aragón, Cataluña (y la ya abandonada entonces frontera española-francesa), atrás el recoleto cementerio en pleno corazón de Colliure, donde reposa nuestro poeta exiliado, Manuel Machado... Atrás quedaba también Nîmes cuyo coliseo -que sirve de plaza de toros-, es más hermoso y recibe más cuidado que el de Roma.

Paisaje tras paisaje, nos fuimos internando en el departamento francés llamado La Drôme, que recoge el nombre del río que la atraviesa y que está formado por la prefectura de Valence.

Y seguía subiendo nuestro coche por un solitario meandro bordado de florecillas perfumadas y de plantas aromáticas enmarañadas, ante el que se extendía, en el mismo flanco de las montañas hacia el este y en una parte de los macizos Prealpinos, un rico paraíso terrestre, un pequeño valle poblado por toda una variedad de plantas medicinales y de árboles: hayas, fresnos, tilos, cipreses que no deseaban ocultar la pequeña ciudad de nuestro destino.

Driss Chraïbi, que ha experimentado grandes mutaciones en su personalidad a lo largo de su fecunda vida, conserva por siempre el recuerdo y la nostalgia de su ciudad natal (a las orillas del río de La Madre de la Primavera) puesto que, como la madre, la propia ciudad no se remplaza jamás. Por eso Chraïbi escogió este rincón para echar el ancla, donde ha encontrado la paz. Un pueblecito anclado en el tiempo, saciándose de eternidad, puesto que aquí es donde el escritor continúa su obra literaria, y donde han visto la luz algunas de sus últimas creaciones, la trilogía de "L’inspecteur Ali", "Vu, lu, entendu" (“sus memorias") y "Le monde à côté".

El autor ama la pequeña ciudad, metáfora materna, opuesta a ese otro espacio de piedra, hormigón, vigas gigantes, vértigo, degradación de los valores y del nihilismo: la enorme ciudad que detesta Chraïbi.

Para este escritor existen, por tanto, dos espacios urbanos, dos tiempos, dos formas de estar en el mundo. El primero (espacio que voga en el curso de la Historia) fue escogido sin demora por este escritor marroquí, de larga y delgada silueta solitaria, que ama también el refugio de las islas -Ré y Yeu en el Atlántico-, así como las pequeñas ciudades. Este es el caso de Crest que, en otro tiempo dedicada a la curtiduría, recuerda a un hermoso rincón medieval, rincón vetusto de color ocre y verde bajo su límpido cielo.

Por la noche, antes del encuentro con el escritor y paseando por las callejuelas, llama nuestra atención el arco de una estrecha casa. Al aproximarnos, en el fondo de la noche, se dibujó un conglomerado de callejuelas, imbricadas las unas en las otras, inmóviles y eternas que recordaban a la medina, natural y espontánea, de tiempo cíclico y no lineal, laberíntica y sin dejar transpirar su secreto.

Al despertar el día, Driss Chraïbi, aureolado de su mirada traviesa y de su sonrisa acogedora, acude a la cita, en el pequeño hotel "Square". Allí estábamos hospedados, según convenido la noche anterior, cuando le anuncié nuestra llegada por medio de mi llamada telefónica, recogida por la dulcísima voz de mujer, voz «de miel y de contralto velado» (la afortunada esposa del amante más romántico, delicado y sagaz de lo que uno pensaría a la lectura del "mujeriego" Inspector Alí en Trinity College).

Tras los sinceros saludos, Chraïbi confesó, con rostro que reflejaba excusa, que no comeríamos en su casa el cuscus que nos había prometido. Poco después, todos cumplimentábamos el sabroso conejillo cocinado -y generosamente sazonado con picantes especies marroquíes-, por Sheena: su delicada mujer «con los ojos más claros y límpidos que el azul», alabados en la obra de Chraïbi, como en "El inspector Alí" donde también la risa estalla en filigrana.

Mientras tanto, yo cavilaba sobre la pérdida de la realidad del escritor. Pues, su cándida ilusión le había llevado a soñar con un cuscus marroquí, sin darse cuenta que era domingo y, tal vez, las alacenas de su recoleta y entrañable cocina carecían de los ingredientes para cocinarlo... De postre, tuvimos pastelillos, rodeados de risas infantiles, regados con té a la menta.

Todo es armonía y luminosidad en la casa rosa pálido con las contraventanas de madera azul. Los cinco hijos sienten el arropamiento hogareño.

Kirsten, la joven hija mayor, se encontraba en la galería de pintura donde presentaba sus numerosos cuadros. El escritor le ha de dicado la obra "D’autres voix", reeditada en Marruecos, cuyo primer título fue "De tous les horizons". Relatos de una música interior que mitiga la incomprensión humana, y dota a la bondad y a la alegría de un tono de encantamiento.

Yassin tenía, entonces, doce años («Yâ-Sin! Wal Qor'ani al-hakim! Sí, tú eres uno de los enviados del Señor»: afirmación de una balada histórica como lo es "La Mère du Printemps"). Este hijo, que recuerda físicamente a su madre, era el avispado secretario de su padre, de la misma forma que Sheena cuidaba y protegía a su hombre (para él, «ella es el faro en la noche por la senda de la existencia»: "La Civilización, ¡madre mía!...", novela arrancada al corazón, llena de poesía y encanto).

Tariq («el general de los Imazighen Tariq Bnu Ziyyad» en la sinfonía panteísta de Nacimiento al alba : Chraïbi con este nombre recoge la denominación de Yabal al-Fath -la Montaña de la Conquista-. Nombre que había sido dado por Ibn Battuta y por al-Idris, geógrafos e historiadores, a la montaña de Tariq que denomina "El Estrecho de Gibraltar". Desde ese lugar, en el año setecientos once de nuestra era cristiana, la tropa del general Tariq conquistó Córdoba y toda Andalucía. Este glorioso pasado enriqueció notablemente la cultura española. Y con el recuerdo de esa epopeya, Chraïbi contribuye al reconocimiento de dos culturas, la del Magreb y la de Al-Andalus, así como al acercamiento de dos pueblos vecinos que, el escritor llama a colaborar y a comprenderse debido a las raíces comunes compartidas.): tenía nueve años, y sus ojos azules, su frondoso y oscuro cabello así como el trazo pronunciado de la nariz recordaban a su padre. Amaba la tranquilidad del hogar, mientras cultivaba, a la luz de la luna y en el balcón del despacho de su padre, sabrosos tomates y plantas aromáticas: jazmin, menta y albahaca.

Mounier («Un olivo que no es de Oriente ni de Ocidente, clamaba la voz. ¡Luz en la luz!»: "L’inspecteur Ali") tenía seis años, y es el hijo dulce y rubio que nacío, como su padre, en Al-Yadida.

Y finalmente, Idir, que con cuatro años se parecía al escritor, tenía grácil ingenio (recogido en filigrana en el cuento infantil Les aventures de l’âne Khâl), y se encariñó mucho con mi familia.

Driss Chraïbi, acabamos de verlo, se encuentra siempre detrás de sus personajes, y nos descubre, a la vuelta de las páginas de sus obras, un corazón que late con alegría infantil y con imaginación desbordante, en un tono irónico y humorístico que los acontecimientos de la vida, felizmente, no han podido arrancárselo.

Nos narra aspectos físicos y humanos con calor y poesía. Esas son sus armas para la denuncia de la injusticia, la miseria y la desigualdad.

Su búsqueda de las raíces profundas y su inmersión en el humus natal (país, paganismo, religión, raíces de la madre tierra, himno a la tierra pagana y a la tierra del islam) está animada por un sentimiento de renacimiento nacional que extrae su fuerza de la antigua grandeza árabe-islámica, al mismo tiempo que da nacimiento a textos que constituyen una viva revindicación de todos los valores que se encuentran en peligro de extinción.

Verdadera llamada para aprehender la riqueza de la cultura no sólo árabe-islámica y beréber sino el glorioso pasado andalusí con nosotros compartido: el paraíso perdido.

Chraïbi, donde esté, aquí o allí, conserva y vive con los valores positivos del Islam y del Cristianismo de los primeros tiempos -como puede ser el ascetismo- o al menos con sobriedad y hospitalidad, con sincero amor por el prójimo, no sólo en carne sino en alma, sobre todo por los humildes: «las minorías que, en resumen, son la mayoría de nuestro mundo y de las que soy su hermano» (dedicatoria en La Mère du Printemps).

Su despego por las cosas mundanas es total. Sin acumular ni conservar bien alguno, su rigor ético y escriturario, su amor por la música y su desconfianza en las palabras son todo un ejemplo diario. Orgullosa está la ciudad de Crest con este famoso larguirucho, de paso indolente y voz albergada en una garganta de hierro, que sabe amar este paisaje, a la gente sencilla con la que se codea, al vendedor de sus cigarrillos (CRAVEN “A”) o al figonero de la esquina, mientras disfruta con los aromas de la calle y la conversación campechana.

Desde la Torre de Crest (testimonio de personajes libertinos encerrados como tal vez el Marqués de Sade), guardiana de una de las escasas puertas de los Préalpes drômoises y modelo de evolución de la arquitectura medieval. Y desde esas terrazas exteriores, que ofrecen una vista panorámica de esa ciudad: estribaciones del Vercors, Trois Becs, bosque de Saou, valle del Ródano y montañas de Ardèche.

Sí, desde ese lugar majestuoso al que Chraïbi -lo mismo que a su tierra natal-, dio celebridad («una tela maestra [...] tres colores dominantes: tejas, azul del cielo y verde de la vegetación:" L’inspecteur Ali et la C.I.A."), tuvimos que despedirnos de este incontestable gran escritor que contribuyó, por el hálito dado a su escritura y por su creación en la lengua, a la renovación de la literatura marroquí de lengua francesa. Y también le expresamos, lo mismo que a Sheena y a sus hijos, el deseo de continuar en paz.

En este momento en el que el mundo bascula en la intolerancia y la violencia, donde los valores tradicionales pueden derrumbarse mientras las ideologías más extremas se enfrentan, esta voz llegada del Magreb, pero tan próxima a nosotros, no puede más que aportar consuelo: «La realidad cotidiana es bastante desesperante, es necesario aportar otra mirada, otra expresón... El humor es una forma de amor», me dijo un día este escritor.

Leonor MERINO
Drª Universidad Autónoma,
(traductora e investigadora)
Publicado: “L.E.A.”, Madrid, nº 29, diciembre 2001, pp. 18-21

12 de mayo de 2004

Blacks, Blancs, Beurs :
Une herbe folle, créatrice, langagière, rebelle à toute autorité dans Boumkoeur


Par Leonor Merino
in « Cross-Cultural Relation and Exile », sous la direction de Salvatore Bancheri et Danièle Issa-Sayegh, LEGAS, Toronto, Canada, 2005, pp. 77-86.

INTRODUCTION

Dix neuf ans se sont écoulés depuis que le mot "Beur" est à la une des médias partout en France, plus exactement depuis la fameuse "marche des Beurs" du 1er décembre 1983, qui avait réussi le pari de mobiliser plus de cent mille personnes dans la ville de Paris "contre le racisme et pour l'égalité des droits" dont Bouzid s'est fait l'écho avec son carnet de route (1).

Les politiciens et les sociologues avaient découvert avec "stupéfaction" que ceux qui, à la fin des années cinquante et soixante étaient partis de leurs pays maghrébins pour donner le meilleur de leurs années de jeunesse - leur illusion et leur travail - à une France en plein désarroi, avaient eu des enfants pour qui le "mythe du retour" - vers la Kabylie escarpée, le hameau marocain ou la palmeraie tunisienne - n'existait pas. Car une réalité bien différente fleurissait déjà dans ces rejetons. Ces fils d'immigrants, nés ou ayant grandi dans les grandes cités en béton ou dans des bidonvilles des banlieues de la France prétendaient tisser leur futur sur ces terres.

Ces fils cumulent les avantages liés à deux nationalités, deux langues, deux patries, deux cultures qui, chacune à son tour, refuse de reconnaître chez ces jeunes la part "importée", c'est ainsi que lorsqu'on leur enjoint de retourner chez eux il est normal qu'ils répondent qu'ils sont là où ils sont nés et ont grandi (2).



LA FRANCE, UNE MOBYLETTE: POUR AVANCER, IL LUI FAUT DU MÉLANGE

Depuis lors, le terme "assimilation"- réfuté par l'anthropologie - et le multiculturalisme ou le vocable "insertion" - à l'époque à l'honneur - ont été remplacés, par une politique d' "intégration". Des auteurs, comme Touraine (3), Wieviorka, Dubet, Lapeyronnie, Khosrokhavar ou Martucelli (4), plaident pour concilier la référence à une culture en même temps que la participation au progrès et à la modernité. Mais aborder l' "immigration" - le mot le dit - du point de vue de la société d'accueil ne pose le problème des "immigrés" que pour autant que les immigrés lui "posent des problèmes".

Donc, si ce phénomène est observé - pourrait-on dire - d'un point de vue "entomologique", de l'autre côté du microscope une "mouvance", sortant de l'anonymat, va revendiquer sa place sur la scène publique, sociale, médiatique, culturelle. La fin des années 80 et le début des années 90 virent réellement apparaître une nouvelle génération, née au sein des mouvements associatifs, qui faisait éclater son apport culturel autour du slogan: "La France est comme une mobylette: pour avancer, il lui faut du mélange" (5).

Cette saga des jeunes Beurs, qui aujourd'hui s'installent de plain pied dans la société française, avait commencé à s'écrire. Inauguré par Mehdi Charef et poursuivi avec constance par Azouz Begag, le genre autobiographique demeure donc.

Ces années quatre-vingt marquent l'irruption de la littérature "beur". Encensés moins pour leurs mérites que par condescendance et paternalisme, les écrivains-pionniers sont piégés par le double jeu du discours sur l'intégration: ils sont d'autant plus flattés qu'ils acceptent d'être clairement désignés, puis enfermés dans des catégories convenues. La décennie suivante verra de nouveaux auteurs émerger, qui refuseront de jouer le jeu. En se réappropriant leur histoire, en multipliant les genres et les formes stylistiques, ils entendront bien être reconnus pour ce qu'ils font et non plus pour ce qu'ils sont.

Avec Boumkoeur (6) (dont l'orthographe joue sur la déformation phonétique et sémantique de "bunker") point de Jean Amrouche à l'horizon pour traiter "la langue française avec tous les honneurs dans le domaine de Bossuet et de Baudelaire" (7). On est aussi bien éloigné de l'écriture des rires des "gones" qui se lavent à l'eau du puits et font leurs devoirs à même la terre des amas de baraques en bois du chaâba (8).

Ce n'est plus les annés 70, lorsque les cités ne sont pas encore des "téci" (9), ni l'ambiguïté d'Une fille sans histoire (10), ni le voyage dans la mémoire adressée À tous ceux qui partent (11), ni [un] Avis de recherches(12) : un regard de compassion sur ces "sans noms" victimes des hommes, ni de savoir à quelle identité s'accrocher (13): une subversion du discours entre l'État-nation et, au-delà, par une reformulation originale.

Maintenant, on est en plein coeur du ghetto de la langue qui fonctionne comme contre-norme par rapport à la langue française, académique, ressentie comme langue étrangère par rapport à sa propre culture. En conséquence une autre "génération" arrive, fruit d'un métissage de cultures, de moeurs, de civilisations, avec ses réflexes propres, porteurs d'un "savoir-faire" particulier; purs produits de la culture anglo-saxonne qui s'est emparée de la France, qui ont été élevés au biberon de M6, et de Michaël Jackson: au look branché, jean's déchiré et casquette à l'envers, dance music, rap pour exprimer sa rébellion; rapports garçons/filles, "gosses de banlieues", impatients, turbulents, souvent paumés et révélateurs des graves problèmes de la société qui sont l'exclusion, le chômage, la drogue - le joint, la came -, la prostitution, la prison, enfin le sida qui a tué l'amour: à quoi bon le rêve quand il est inaccessible!

Déstructurés, en identité incertaine, imprégnés d'un fort sentiment d'exclusion, ces jeunes décrits par Djaïdani, sont une proie facile pour la délinquance et les déviances. Leurs chansons sont aussi le reflet des problèmes que vivent les jeunes issus de l'immigration: le micro briseur de leurs silences cotonneux du repli, un genre de musique relié au praxème "arabe", qui ne renvoie pas à une arabité stricto sensu, mais à une "ethnicité réinventée" (14), afin de parer à une éventuelle dénégation sociale et de résister à l'image dévalorisante qu'on leur renvoie quand on la considère étrangère.

Leur musique, le rap ou leur style défini par les 3R Raï, Reggae, Ragga, en tant que forme artistique rattachée non pas à une ethnie mais à une affirmation d'identité. Mais la musique ne constitue d'ailleurs pas le seul domaine où cette jeunesse tente de s'imposer, il en va de même au cinéma de Nabil Ayouch et son premier film: "Les pierres bleues du désert" ou de Rachid Boutounes et son court-métrage à succès: "Noces en sursis". C'est ainsi que Boumkoeur est parsemé de références aux films: "Lucky Luke", "Picsou", "Scarface", car Djaïdani - réalisateur de clips vidéo - a également été assistant de Mathieu Kassovitz sur "La Haine".



AUX OUBLIETTES LES CLICHÉS ET LES IMAGES D'ÉPINAL

Cellule familiale éclatée, fossé entre les parents et les enfants s'élargissant - c'est le père qui fait partir le fils -, repères disparus, les jeunes Blacks, Blancs, Beurs des années 90 ressemblent de plus en plus à une herbe folle, grandissant à toute vitesse, rebelle à tout tuteur et à toute autorité. Parmi eux la poignée de main est démodée; pour le salut c'est poing contre poing, "c'est l'évolution de la culture-cité pompée dans les ghettos noirs-américains" (15). Et leur dialogue direct, houleux, oblige à ranger aux oubliettes les clichés et autres images d'Epinal.

Le roman autobiographique de Rachid Djaïdani, parfaitement structuré, entraîne et séduit le lecteur jusqu'au dénouement, dans un effort qui va depuis des mots "vulgaires" - employés par ces gamins "violemment méchants" (16) -, à côté d'anglicismes et d'américanismes, jusqu´à un endiablé verlan. Car dans "toute [cette] tatache, il y a du gitan, de l'arabe, du verlan et un peu de français" (17).

Une identification linguistico-culturelle complexe avec laquelle ils entendent exprimer leur signe d'identification dans le contexte social de la banlieue, point d'ancrage identitaire, "d'identification au groupe des beurs", pour certains critiques (18) : une ethnicité définitivement urbaine. Ces alternances de langue relèvent d'un besoin identitaire de s'exprimer dans la langue des origines. Même si les locuteurs ont conscience de ne pas la maîtriser suffisamment, le fait d'y recourir est doublement ostentatoire: revendiquer, en l'utilisant, la langue des origines, la manière important peu (19).

En effet, le problème n'est pas simple mais s'avère fort intéressant, car si pour cette jeunesse, les différentes variétés de l'arabe ou du berbère (qu'ils appellent plutôt le tamazight) ne représentent pas des langues étrangères, pourtant certains d'entre eux ne les considèrent pas comme maternelles: que sont-elles alors? Il en va de même du français: qu'est-il lorsqu'il n'est pas ressenti non plus comme maternel? Donc, en plus du ghetto social, assistera-t-on au ghetto de la langue?

En conséquence, ces jeunes ont émergé dans des conditions culturelles et historiques particulières, entre l'expression d'une contestation de l'ordre social et de l'ordre des banlieues et la constitution d'un processus d'identification culturelle.

Donc il est important d'observer comment ces garçons verbalisent cette historicité, car, si l'individu accepte ou retient le passé, ne forme-t-il pas le récit de sa subjectivité? Dans Boumkoeur est décrite, sans complaisance ni misérabilisme, cette logique de la marginalisation, l'absence du travail - que Djaïdani résume dans le terme de galère -, l'ennui qui s'installe, malheur qui fait que d'aucuns tombent dans la drogue et la prostitution. L'écriture devient, donc, sa propre fin et, pour l'écrivain, une faim (et une fin) de survie mentale. Un ouvrage qui saisit, avec du talent littéraire, avec du lyrisme musical, cherchant de la vie, de la beauté: un tableau avec tant de misère et de discrimination.



ÎLOTS MARGINAUX ORAUX

Pour donner une idée de l'invention de ce dialecte si complexe, difficile à comprendre - où les jeunes à présent "se sont ghettorisés avec leur mixage oral qui les laissent sur la touche de l'intégration" (20) -, Yaz, le narrateur, donne la parole à son pote Grézi, qui après avoir commis un "supposé" meurtre, lui avoue: "Les keufs, ils ont pécho mon reupe pour le menra au stepo, en garde à uv. On m'a lanceba, c'est trop auch, les steurs vont m'serrer" (21). Cette phrase non décodée sera traduite par Yaz: "Les policiers ont interpellé mon père pour le ramener au poste, pour une garde à vue. On m'a dénoncé, ça devient dangereux, la police va me mettre la main dessus".

Voici un autre cadeau insaisissable: "Scuse ouam. J'te l'épare depuis l'heure touta et tisgra tu me mets dans le enve. T'es sûr que ça va ieum dans ta chetron Yaz? Y a pas de blème sinon j'te laisse mirdor" (22). C'est-à-dire: "Excuse-moi, Yaz, mais je te parle et tu ne me réponds jamais. Es-tu bien sûr que ton mal de tête s'est dissipé? Dans le cas contraire, je ne vois aucun problème à ce que tu dormes quelques heures".

On constate, donc, que les locuteurs maintiennent dans leur discours, les deux systèmes phonologiques celui du français et celui de l'arabe maternel - souvent émaillés par des anglicismes et des américanismes - "et ce, même si parfois ils vont modifier la prononciation de telle ou telle unité en arabe maternel.

D'autre part, ces alternances unitaires sont fluides, en ce sens où elles sont produites sans pause ni hésitation ou reformulation, et se trouvent comme intégrées dans la chaîne discursive" (23). Un discours, donc, métissé, construit par troncation, inventant des mots qui ne puissent pas être compris des autres pour s'en différencier, comme un défi et une ostentation du pouvoir. Jouer à tordre les langues et par là même résister et revendiquer, en l'utilisant, la langue des origines même si les locuteurs ont conscience de ne pas la maîtriser suffisamment. Elles se réfèrent notamment à l'absence de travail, à la galère, à l'ennui qui s'y installe, aux communautés qui y vivent, aux bandes de copains.

Le narrateur, qui écrit à la première personne, est un jeune au chômage à la lisière de la société vivant comme ses camarades marginaux dans des tours géantes "aux couleurs bonbons" où ils "bidonvillisent" leurs logements faute de dispositions et de ressources, dans cette cité où il est "impossible de voir l'horizon". Il veut être le porteur du langage des voyous, car il sait que son verlan comparé à celui des mecs comme Grézi, "c'est niveau CP", tandis que "leur verlan à eux, c'est niveau bac + 10 dans l'université de l'école de la rue" (24). Pourtant il a de l'esprit, de la sensibilité: "je suis un requin assassin grâce à la morsure de mon phrasé" (25).

En réalité, il ne fait pas grand chose de ses journées, si ce n'est de les voir passer avec son pote Grézi pour lui piquer çà et là des histoires et des anecdotes dans le but d'écrire un bouquin. Parce que: "Faut en profiter, en ce moment c'est à la mode, la banlieue, les jeunes délinquants, le rap et tous les faits divers qui font les gros titres des journaux." (26). Yaz en profite (le malin) pour nous raconter sa vie.

Une vie simple mais pleine de "moments de vie""les tête-à-tête, les mano-mano étant vieux jeu, seul la meute fait la force" (27). Grézi lui raconte son curriculum fructueux d'événements et de ce jour date l'idée de Yaz de "noircir le papier qui racontera l'univers du quartier" (28).

En effet, les jeunes décrits s'approprient, discursivement, cet espace qui est le quartier: ils y sont attachés et se reconnaissent à travers lui comme un espace fédérateur: leur exclusion sociale ainsi que le sentiment de relégation ont convoqué des formes nouvelles d'identification, prenant l'allure de formes d'ethnicité. Car dans le quartier, pour se faire valoir et être reconnu comme libre, il faut, en fait, se plier aux valeurs du groupe. Autrement dit, en l'autre, cependant, en matière littéraire, il n'existe pas de "culture de banlieue", une sorte de littérature spontanée qui fleurirait à même le béton, car l'autobiographe témoigne d'une réflexion langagière qui est bien loin de se réduire au simple miroitement du verlan.



MOSAÏQUES D'AVATARS ENCHÂSSÉS

Ce roman est la scène privée de Djaïdani, car, sous le prétexte de raconter une certaine histoire, il décrit, comme toile de fond, son histoire et l'histoire du groupe auquel il appartient. La dialectique imagination-réalité, fiction et relation, cherche un espace intermédiaire, un scénario où l'écrivain se dédouble comme un participant et comme un observateur. Dans ce roman il y a une intelligente organisation embellie, fragmentée et prêtée aux divers personnages.

L'écrivain laisse des fragments de sa biographie parsemés à l'intérieur de ses pages: de vraies mosaïques où ses avatars sont restés enchâssés. Le texte se présente avant tout comme un dispositif d'écriture, qui se met en scène, se regarde fonctionner. Les effets spéculaires augmentent et se déplacent de l'auteur narrateur vers le lecteur associé ici à l'écriture, avec la ferme intention de redéfinir les termes du contrat d'écriture et de lecture.

En conséquence, avec une grande habilité, on ne trouve dans Boumkoeur, aucun indice ou élément qui prévoit les événements dont parle Genette (29). Tout au contraire, il n'y a que des évocations des événements antérieurs, qui naissent en dehors du récit principal, qui s'y introduisent tout en ajoutant un thème ou de nouveaux personnages (30), avec la particularité que ces évocations ne perturbent pas l'axe de la narration en relation avec celle de la fiction, tout au contraire, cette stratégie enrichit le roman. Car, si l'on entend par "diègesis" l'histoire, le contenu et le signifié d'une narration, l'évocation des souvenirs peut constituer, donc, une excellente "diègesis" (31).

En effet, l'autobiographe, tout en réfléchissant sur son écriture et décrivant le moment présent, noue sagement ce langage exclu avec un argument attirant parsemé d'histoires enchâssées, où la mémoire s'attarde sur son propre vécu, avec des silences, de belles métaphores dans un français soutenu qui malgré la détresse, la misère et l'exclusion, laisse transpirer un courant ironique, un sourire amer, une tendresse qui tenaille l'estomac et qui devient l'arme privilégiée pour aider le lecteur à digérer une réalité acide. Des évocations qui permettent, qu'un autre micro-récit s'enchâsse, comme un bijou, dans la narration principale. L´écrivain, lui-même, nous dit: "Il revient à ma mémoire des souvenirs par milliers" (32).

Ainsi, ses "amours" avec les femmes de ses magazines ou avec Satîle, qui sont des pierres attractives par leurs éclats "piquants", qui démontrent, à part du voyage imaginaire, la félicité qui rapporte de s'élever du propre vécu. Car ces "absences" sont, en réalité, la confession d'une impatience où le narrateur - en connivence avec le lecteur - fait des clignotements afin de montrer la misérable réalité, tandis qu'une litanie cadencée se laisse entendre: "Ron-piche ron-piche ron-piche c'est le refrain du dodo" (33).

Ce sont des occasions pour découvrir des personnages attachants, présentés avec un réel talent pour nous les faire aimer. Ainsi Gipsy le poète - musicien - chanteur, ou bien le marabout africain: un micro-récit qui provoque un changement qualitatif dans le récit principal et qui met en rapport avec une critique voilée, avec une critique superstitieuse. Des occasions pour percevoir un amour infini pour la mère - jamais nommée et maltraitée par un époux frustré, crevé et violent - incarnant la sagesse au milieu de tout ce monde où sa fille et son fils monnayent leurs charmes aux vieux machos et aux petites vieilles.

Des occasions aussi pour éprouver la douleur et la nostalgie du petit frangin, Hamel, "l'étoile filante" qui rappelle Hamid du Passé Simple ou le "sourire de Brahim" (34) : tous des victimes, tous des êtres faibles. Des occasions, enfin, pour décrire la boxe: une histoire qui coule avec la force d'un torrent, un espace théâtral qui sert d'exemple pour un jugement critique sur ce sport, "où la politesse n'est que faiblesse" et où "le sadomasochisme [est] la réussite du sportif" (35).

Des micro-récits qui provoquent un changement qualitatif dans le récit principal. Ces regards en arrière - des souvenirs intentionnés -, ces recours à la mémoire démontrent l'effort d'élaboration que le narrateur essaye de maintenir afin de donner à son texte une structure solide, qui est en même temps tout un symbole du travail méticuleux et d'une réflexion à la recherche d'une sortie.



LE STIGMATE ENTRE CORPORÉITÉ ET IDENTITÉ

Tous les espaces désignés par le héros-narrateur reflètent une terrible claustration et inquiétude. Tous sont clos et se réduisent au seul champ des protagonistes: les immeubles, la voiture qui ont aménagé, les entrailles des tours, les cages d'escalier, les boîtes aux lettres...

Les mouvements imprimés par la désignation de ces espaces sont ceux de l'enfermement qui produit un discours sur les lieux et objets alentour, comme si, finalement, les paroles buttaient sur ce qui les entoure. Des espaces marqués d'un double mouvement: un mouvement de contrainte, d'oppression, d'incarcération et pourtant un mouvement d'évasion, car à travers cette mémoire du groupe se réalise un point de repère, d'entité territoriale.

En effet, la mise en mots du lieu de résidence, les problèmes subis, en fin leur description contribue à l'humaniser. Car accrocher, en parole, des lieux, des soucis, c'est aussi, pour l'autobiographe, mobiliser, chez les lecteurs, la revendication d'un ancrage identitaire pour ces jeunes qui n'ont pas un port identitaire. Revendication langagière qui est, avant tout, l'expression d'une jeunesse confrontée à un ordre socio-économique de plus en plus inégalitaire, notamment en matière d'accès au travail.

Car, se savoir français, être né en France dans ses cliniques, avoir été dans ses crèches, ses écoles maternelles, avoir appris son école, etc., ne suffit pas à l'être réellement: ils sont constamment soumis au regard catégorisant de l'Autre dont ils se découvrent, étrangement, étrangers, comme surdéterminés de l'extérieur: "la société à ce jour m'a toujours giflé, m'a toujours humilié, pourtant je suis français" (36), dit Djaïdani. Donc le lieu entre corporéité et identité signale une marque physique stigmatisée (37).

Ainsi le narrateur clôt son roman en se plaçant devant sa boîte aux lettres - qui concrétise son échange avec l'extérieur -, d'où il vient de sortir la lettre que Grézi lui envoie depuis la prison: un témoignage très pragmatique et à ce titre très intéressant, car ce tableau n'est peint avec des couleurs ni trop froides, ni trop chaudes, mais avec des couleurs crues, tout simplement.

Ce roman nous permet d'avoir une vision vraie de la banlieue. Une vision loin des caméras de TV et des préjugés trop rapides et donc trop simplistes: les banlieues sont stigmatisées, caricaturées et le débat trop souvent réduit aux idées reçues.

Finalement, Djaïdani - d'origine algéro-soudanaise qui se veut héritier de Céline et de Frédéric Dard - nous invite à visiter ses villes en béton afin de constater la réalité déposée dans son ouvrage, qui "demande une poussette, une courte échelle, une aide autre que l'inauguration d'un panier de basket" (38). Pour l'auteur, les mots "adaptation, intégration, insertion" ce sont des variantes euphémiques, porteuses de connotations péjoratives que ces jeunes mettent en cause.

"Intégration, on a appris ça en math, à l'école. On a appris les intégrales, l'exponentielle: c'est la courbe asymptote que l'on peut tirer jusqu'à l'infini et qui ne touchera jamais l'abscisse. C'est comme ça l'intégration, il faut courir après, et plus tu approches et plus on te rappelle que c'est pas tout à fait ça" (39).

Floués, rejetés, affichés, exhibés comme modèles d'intégration, dans l'ensemble, les pionniers de l'écrit joueront le jeu ou s'y laisseront prendre. Mais l'intégration n'est pas un jeu. Elle n'est surtout pas spectaculaire et ne supporte aucune mise en scène: "ni beur de service ni le porte-étendard d'aucune cause. Je veux qu'on me juge uniquement sur ce que j'écris", dit - sous un pseudonyme - Paul Smaïl.

Et Djaïdani fait savoir que le "je" ne peut se prêter au double jeu cathodique de l'intégration: "dans nos cités, c'est la France de demain qui est mise hors jeu" (40) . Et en forçant le lecteur à le regarder pour ce qu'il est, il exige de son public non seulement des révisions déchirantes sur le regard qu'il porte sur lui, et à travers lui sur tous ces français d'origine maghrébine, mais en plus il lui renvoie les erreurs et les responsabilités d'une société qui, bienveillante, accepte d'accueillir l'Autre, mais ne tient pas à ce qu'on exige d'elle de se faire mal en laissant remonter à la surface tout un refoulé.

Rachid Djaïdani en se réappropriant leur histoire, en témoignant directement et de l'intérieur, en multipliant les genres et les formes stylistiques avec du talent littéraire, en aspirant à la réconciliation par l'écriture, entend bien être reconnu pour ce qu'il fait et non plus pour ce qu'il est.

Hier on ne jurait que par "l'interculturalité", aujourd´hui, le métissage est dans le vent...


Leonor Merino
Drª Université Autónoma de Madrid
Communication au Colloque International:
"L'interculturel et l'exil",
Université de Toronto, Canada, les 21,22,23 avril 2003


NOTES FINALES

1 - La Marche: traversée de la France profonde, Paris, Sindbad, 1984, 158 p. Coll. Les Grands Documents de Sindbad.
2 - Voir Immigrés: l'effet générations, Paris, L'Atelier, 1998.
3 - Pourrons-nous vivre ensemble? Égaux et différents, Paris, Fayard, 1997.
4 - Une société fragmentée? Le multiculturalisme en débat, Paris, La Découverte, 1996.
5 - Farida Belghoul dénonçait "l'apartheid" et l'hypocrisie des hommes politiques ainsi que Nacer Kettane, l'écrivain en herbe Président de Radio Beur, dont le passage de l'arabe au français, du chaabi au malhoun, savait émouvoir.
6 - Djaïdani, Rachid, Boumkoeur, Paris, Le Seuil, 1999.
7 - D'une amitié. Correspondance Jean-Amrouche-Jules Roy (1937-1962), Edisud, 1985.
8 - Begag, Azouz, Le Gone du Chaâba, Paris, Le Seuil, 1986.
9 - Begag, Azouz, Béni ou le paradis privé, Paris, Le Seuil, 1989.
10 - Roman d'Imache, Tassadit, Paris, Calmnan-Lévy, 1989.
11 - Roman de Zamoum, Fatma Zohra, Paris, L'Harmattan, 1989.
12 - Recueil de nouvelles de Sebaâ, Mohammed Nadhir, Aïn M'Iila, Numidia, 1988.
13 - Parmi d'autres auteurs: Kettane, Nacer, Le Sourire de Brahim; Touabti, Hocine, L'Amour quand même; Belghoul, Farida, Georgette; Houari, Leïla, Zeïda de nulle part; Kenzi, Mohammed, La menthe sauvage ou Tadjer, Akli, Les A.N.I. du "Tassili".
14 - Roy, O., "Ethnicité, bandes et communitarisme", Esprit (Paris), nº 169, p. 39. 15 -
Boumkoeur cité, p. 32.
16 - Ibid., p. 27.
17 - Ibid., p. 45.
18 - Mela, V., "Le verlan ou le langage du miroir", Langages, nº 101, Paris, Didier-Larousse, 1991, p. 93.
19 - Ils ne font que prolonger une tradition vivante présente dans toutes les langues du monde. A Abidjan, on a beaucoup glosé sur le français de Moussa A Yaoundé, le pidgin cameranglais continue d'imposer sa patte dans les conversations. L'anglais des faubourgs n'est jamais celui d'Oxford. Et à Brooklyn, on ne parle guère comme à Beverly Hills. Soeuf Elbadawi, Afrique-Culture, "Parler de banlieue ou bien de langue française?"
20 - Boumkoeur cité, p. 45.
21 - Ibid., p. 69.
22 - Ibid., p. 113.
23 - Melliani, F., La langue du quartier, Paris, L'Harmattan, 2000.
24 - Boumkoeur cité, p. 58.
25 - Ibid.
26 - Ibid., p. 27.
27 - Ibid.
28 - Ibid., p.16.
29 - Figures III, Paris, Le Seuil, 1972, p. 82. Coll., Poétique.
30 - Ibid., pp. 81-105.
31 - "ce qui se rapporte ou appartient à l'histoire", ibid., p. 280.
32 - Boumkoeur cit., p. 55.
33 - Ibid., pp.: 20, 28, 40, 43, 68, 86 et 115.
34 - Kettane, Nacer, Le Sourire de Brahim, Paris, Denoël, 1985.
35 - Boumkoeur, cit., p. 63.
36 - Ibid., p. 50.
37 - Goffman, E., Stigmate. Les usages sociaux des handicaps, Paris, Minuit, 1975.
38 - Boumkoeur, cit., p. 158.
39 - Abdelmalek Sayad, La double absence, Paris, Le Seuil (Préface de Pierre Bourdieu) 1999, p. 377.
40 - Boumkoeur, ibid.

JEAN DÉJEUX:
UNA MANO TENDIDA Y TATUADA POR EL MAGREB

(Publicado en AWRAQ, Madrid,
Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe,
vol., XIV, 1993, pp. 295-318).

Leonor Merino
( Drª de la Universidad Autónoma de Madrid,
traductora y autora de Encrucijada de Literaturas Magrebíes )

0.- Introducción

Han pasado ya algunos años cuando, tras la lectura de la novela titulada La Civilisation, ma mère!... ..., el nombre de su autor, Driss Chraïbi, no me aportaba connotación alguna con los escritores franceses que se estudian en la licenciatura de Filología Francesa. Sin embargo, era, precisamente, esta escritura y este autor los que me lancinaban.

Decidida, llamé con los nudillos y abrí la puerta de un despacho del Departamento de Estudios Árabes e Islámicos (Universidad Complutense de Madrid), al que jamás pensé podía dirigirme. Una mujer rodeada de libros, en plena reunión, debió sentirse, literal y sorpresivamente, asaltada.

Apresurado saludo, presentación de la novela, antes citada, miradas recíprocas intuitivas, un papel rasgado, y, en una esquina, unos trazos apresurados: "Déjeux".

Mª Jesús Viguera se convirtió, al azar, en improvisada Ariadna que extrayéndome del Laberinto me introducía, al mismo tiempo, en el apasionante mundo que, con las lecturas y posterior conocimiento del gran crítico de la Literatura Magrebí de lengua francesa, Jean Déjeux, intento servir de minúscula pasarela (qantara) que deje suavemente fluir esta literatura de lengua francesa o como dijo el escritor pied-noir Jean Sénac de "grafía francesa", y a la que hay que añadir, obligatoriamente, la belleza de las raíces profundas árabes, beréberes y judías así como la gloria del pasado andalusí.

Jean Déjeux representa para mí, aprendiz, no sólo el adalid en la investigación de esta literatura y el ejemplo magistral debido a su capacidad de trabajo, esmerada entereza y puntual dedicación, manteniendo una actividad científica y cultural que tiene pocos parangones, que le ha consagrado como una de las mejores plumas que han sabido preservar la Memoria árabe-francófona del Magreb, insuflando precursoras vías de fraternal relación intercultural. A pesar de toda esa gran labor científica, decía, Jean Déjeux no sólo representa para mí la experiencia de un Magisterio abnegado, sino el oído atento a mis inquietudes intelectuales (¡en angustiada soledad entonces!), la pronta y acertada palabra a un discurso que desea reencontrar su vía, y la siempre generosa mano tendida -hacia todos- que encontró en mí un espíritu donde poder posarse.


Hoy, debo hacer justicia pública -con la divulgación de su vida y obra- a una amistad correspondida.



1.- Vida
A.- Vida oficial de Jean Déjeux: curriculum vitae


Nacimiento: el 5 de noviembre de 1921 en Albi (Tarn).
Nacionalidad: francesa.
Profesión: Padre de la Congregación de los Padres Blancos (Misioneros de África).
1.- Guerra 1939-45
Suboficial jefe del grupo de ametralladoras, en el 11 batallón del 3er Regimiento de Tropas Argelinas: Campañas de Italia y Francia.
Dos heridas graves. Citación a la orden de la División (31 D.I.A.).
Medalla militar y cruz de guerra 1939-45. Cruz de combatiente.

2.- Estudios
- Filosofía en el Escolasticado de los Padres Blancos en Thibar (Túnez) de 1945-47.
- Noviciado en Maisons-Carré (Argelia) de 1947-48.
- Teología en los Escolasticados de los Padres Blancos en Túnez: Thibar y Cartago, de 1948 a 1952.
- Lengua árabe e islamología en el instituto pontifical de estudios árabes en Túnez (La Mancuba) de 1952-55.
- Participación en el Grupo de Investigación, dentro de una línea sociológica y psicoanalítica, de obras de cultura norteafricana, bajo la dirección de Albert Memmi en "L'École pratique des Hautes Études de la Sorbonne", de 1956 a 1966.
- Participación en los Seminarios interdisciplinarios del Profesor Jacques Berque en "L'École pratique des Hautes Études" sobre el mundo musulmán, de 1958 a 1966.
- Presentación y defensa de una tesis de Doctorado de Universidad en Literatura de expresión francesa (Literatura Magrebí), en la Universidad de Estrasburgo II, el 18 de enero de 1979: sobresaliente.

3.- Actividad Universitaria
- Cursos sobre Literatura Magrebí de lengua francesa en los Centros culturales de Argelia: 1969-70.
- Cursos sobre la Literatura Magrebí de lengua francesa (C.E.L.E.F.) de la Facultad de Arte en la Universidad de Sherbrooke (Québec): noviembre 1971.
- Cursos de verano sobre la Literatura Magrebí en el C.E.L.E.F., de la Universidad de Sherbrooke (Québec).
- Cursos en el Departamento de Literatura africana comparada de la Universidad de Yaoundé (Camerún): 1979.
- Cursos sobre la Literatura Magrebí en la Universidad de Oudja (Marruecos), Facultad de Letras: 1982.
- Encargado de los cursos en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO), Section Proche-Orient-Maghreb: desde 1985 a 1991.
- Cursos en el Instituto de Estudios románicos de la Universidad de Colonia: 1987-88.
- Cursos en el Instituto de Lenguas Extranjeras en la Universidad de Sétif (Argelia): 1989.
- Encargado de los cursos en el Centro Internacional de Estudios Francófonos (CIEF) de París-Sorbona IV, actualmente dirigido por Robert Jouanny: desde 1982 hasta 1993.

3.1.- Participación en Congresos, Coloquios y Seminarios.
- Universidades de Europa (Francia, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Inglaterra, Italia, Austria y Alemania). África (Yaoundé, Togo y Dakar).
- Universidades de Estados Unidos (Nueva York, Hartiford, Temple University Phidadelphy, Los Ángeles, Berkley, Seattle y Denver).

3.2.- Tesis
- Miembro de jurados de tesis en los países anteriormente citados.
- Prefacios, Posfacios y Bibliografías avalan las obras de los investigadores magrebíes de lengua francesa.

4.- Redactor y Miembro de Revistas
- Redactor jefe de un boletín de información sobre el mundo árabe y musulmán: Se comprendre (20 Rue du Printemps, París, 171): 1956-1966.
- Colaboración en Cahiers nord-africains y en Documents nord-africains de los Estudios sociales norteafricanos (E.S.N.A.).
- Junta de redacción de Confluent (París) dirigido por Paul Buttin: 1962-1965.
- Junta de consulta de la revista Présence francophone (C.E.L.F.), Universidad de Serbrooke, Québec, hasta 1982 (cese de la revista).
- Junta de la redacción de la revista Oeuvres Critiques, en la serie "Écritures françaises hors de France".
- Consejo editorial de las revistas Francofonia de la Universidad de Bolonia (Italia).
- Colaboración en la revista Hommes et Migrations (París) desde 1985.
- Colaboración en la revista Arabies (París): Cultura y sociedad, desde 1990.
- Colaboración en Année Francophone (París IV y Labal, Québec): 1992.
- Junta de redacción de la revista ADELF: Lettres et Cultures de langue française (1): 1993.

5.- Afiliación a Sociedades.
- Socio de "L'Association des Écrivains de langue française" (ADELF). Elección en junio, 1973.
- Miembro del Comité de Dirección de ADELF desde 1982.
- Miembro del jurado del Premio de África mediterránea, otorgado anualmente por ADELF.
- Socio de la "Société des Gens de Lettres" (París). Elección 4 de noviembre, 1975.
- Miembro correspondiente de "L'Académie des Sciences d'Outre-Mer". Elección 11 de junio, 1976.
- Vicepresidente de "L'Association de Recherche pour un Dictionnaire biographique d'Alger (1830-1962)".Fundada en 1983.
- Socio de la "Association des Écrivains Combattants", desde 1983.
- Miembro Titular de "L'Académie des Sciences d'Outre-Mer". Elección el 4 de abril de 1986.

6.- Distinciones
- Cruz de guerra militar (guerra 1939-1945).
- Decreto del Ministerio de Educación Nacional de Francia (28-2-1984) por el que es nombrado "Chevalier dans l'Ordre des Palmes Académiques".
- Mención especial del premio "Georges Pompidou" (19-3-1985) otorgado por el Jurado del Comisariado general de Lengua Francesa y del Alto Comité de la Francofonía, siendo el Sr. Fabius 1er Ministro, por Dictionnaire des Auteurs Maghrébins de langue française.

7.- Actividades como Padre Blanco
- En los Estudios Sociales norteafricanos en París de 1955-56.
- En Gran Cabilia como profesor de árabe en Beni Yenni, en 1958.
- En Argel, en el centro de Estudios Diocesanos, como conservador de la Biblioteca (40.000 volúmenes de los cuales 10.000 trataban sobre el mundo magrebí y árabe), desde 1966 a 1981.
- En París (octubre de 1981) para continuar sus actividades de investigación sobre las literaturas del Magreb: clases en la Universidad, codirección de tesis, correspondencia con investigadores y estudiantes en diversos países y Universidades.


A (bis).- Subtítulo al intenso curriculum: honradez y afecto contenido

Tras ese currículo de vida (documento extenso y valioso que tengo la fortuna de poseer) del que he extraído lo más esencial, existe otro, más valioso aún, enriquecido con líneas lacónicas pero llenas de ternura donde se muestra el auténtico Hombre, que, ni pródigo en el elogio ni en el afecto, era sobre todo, afable, honrado, sincero, reservado.



1.- A la vida

La anotación de su hora de nacimiento a las 23 horas en Albi (Tarn), significa la importancia de su calurosa acogida al mundo, en brazos de su madre Jeanne Glories y de su padre François. Así como su Bautismo en la catedral de Sta. Cecilia. Ingreso en la Escuela Primaria (cristiana) de Rezé. La Confirmación en Rezé por Monseñor Le Fer de la Motte. La Primera Comunión solemne; y la Entrada en el Pequeño Seminario de Guérande, a la edad de trece años, dan cuenta del ambiente cálido y cristiano de su hogar. La familia paterna vivía en Rezé y el abuelo paterno era originario de Limouzinière, al sur del departamento de La Loire Atlantique. Los antepasados, en el siglo anterior procedían de Limousin: Desjeux. Fue, precisamente su padre, François Desjeux quien transformó su patronímico en: Déjeux; conservando los demás miembros de la familia el apellido originario.

El año 1938, con diecisiete años, lo cubre una sola línea, triste, lacónica, pero afectiva: Muerte de papá en casa, en Trentemoult (Villa La Navale).

Dos años más tarde, Jean Déjeux entra en el pequeño Seminario de la abadía de Chantenay (Nantes): el Seminario de Couëts ha sido ocupado por los alemanes.

Su primer año de Filosofía en el seminario de Thibar (Túnez), en 1942, se va a interrumpir, al ser movilizado y enviado a Aïn Draham, al haber tenido lugar el desembarco angloamericano, el 8 de noviembre de 1942, y por haber entrado ya en guerra los franceses en Túnez.



2.- A la muerte
2.1.- En el Magreb e Italia.

Jean Déjeux, destinado en varios puntos estratégicos y -en consecuencia peligrosos-, destaca por su valor, su coraje y por la solidaridad con sus compañeros de guerra, al recorrer agazapado y disparando por los campos de guerra tunecinos y argelinos (Guelma, Batna, Zemorah, Tarzout, Fornaka, Mercier Lacombe, St. Cloud, Port aux Poules, Sénia), así como por los numerosos y dinamitados campos italianos (Bagnoli, St. Antímo, Abbruzes, San Andra do Conza, Garigliano, Castelforte, Caivano, Sesa Aurunca, Toronto). Su ascenso vertiginoso entre las filas militares, a los veintiún años, le estimula y lleva a dar más y mejor ejemplo.

En el catorceavo ataque alemán, sumergido por obuses de todo calibre, el recién nombrado sargento ve el pánico en el rostro de sus hombres. Algunos escapan. Aquellos momentos fueron el cáliz del dolor, de la confrontación consigo mismo, con la muerte, con todo.

Pero la fuerza del hombre posee un límite. Agotado, por un esfuerzo sobrehumano, el joven Déjeux confiesa en unas parcas líneas, sobrecogedoras, llenas de entrega. me caigo donde sabía que los obuses caían con frecuencia y, en un pasaje vacío, espero la muerte. La resistencia física y síquica se ha roto.

El 15 de mayo de 1944, en Borgho Terra y hacia las 15 horas, tras la toma de Castelnuovo Annunziata, un fragmento de obús rompe la visera de su casco y le alcanza la parte anterior de la cabeza. Después de dos meses de estar hospitalizado, Déjeux es enviado a Tarento con el fin de desembarcar en Francia. ¿Dónde?, se pregunta, inquieto, el aún convaleciente soldado.



2.2.- Francia.

Embarcado, el 8 de agosto de 1944, en el Cameronia 4 (barco inglés) e integrado en un convoy de transporte de tropas y de navíos de guerra de acompañamiento, Jean Déjeux sale de Tarento hacia un destino incierto. El día 14, durante la noche, mientras que el barco va dejando atrás el país tunecino, vislumbra el faro de Cabo Bon. Al alba, rumbo norte, se encuentra a la altura de Tabarca y la Galite.

Al atardecer del siguiente día, Déjeux desembarca en la playa de Foux. Durante toda la noche, a pie, sube por el camino del peligroso frente hacia el norte de Tolón, con el fin de llegar al oeste donde entabla un durísimo combate contra el bombardeo de la artillería alemana. Era la una de la madrugada, cuando Déjeux es herido en una pierna. De nuevo, su valor y resistencia al dolor van a ser sometidos a prueba: Ha sido alcanzado el umbral de lo intolerable que se puede soportar: tengo fragmentos de obús en el nervio ciático. Deseo morir, tanto es el sufrimiento a cada obús que cae.

Una vez más le espera el hospital, aunque, en esta ocaión, habrá una reconfortante convalecencia familiar.

El largo y terrible paréntesis de dos años de guerra se cierra con su llegada a Thibar (Túnez), donde retoma el hilo de sus estudios de Filosofía. Años de riguroso retiro y estudio. Toma de hábito. Primer año de Teología. Subdiaconado. Cuarto año de Teología. Diaconado. Sacerdocio. Enseñanza de la lengua árabe en Gran Cabilia: años de inicio en el amor a la lengua y a la cultura árabe.

Destinado en Argel (1966) de nuevo con ternura lacónica contenida, Déjeux anota: mamá ha muerto en Septiembre.



3.- A la eternidad

Ya le espera el Gran Seminario de Kuba: Centro de lengua y pastoral. Un poco más tarde: París, donde, en compañía del padre Ghys -fundador de Amana (ayuda a los trabajadores norteafricanos en Francia), Déjeux deja la impronta de sus preocupaciones sociales y espirituales con la creación de ese Boletín de ayuda, de consejo y amor, cuyo subtítulo podía ser: Cristianos y musulmanes en Francia o sencillamente Comprender.

Época en la que Déjeux, en sus notas personales, señala con entusiasmo el curso nocturno que imparte para adultos magrebíes. Simultáneamente, forma equipo en las investigaciones de la Escuela Práctica de Altos Estudios sobre la literatura magrebí: transformación rápida e íntima de sus reflexiones y trabajos personales. Un poco más tarde le espera El Biar, donde se inician sus ciclos de conferencias en los centros culturales franceses de Argelia sobre la literatura magrebí, de la que parecía extraer su fuerza para vivir.

Luego, con una estrella en la mano, se adentra en el Centro Internacional de Estudios Francófonos, en donde, al hilo del tiempo y del encuentro, lo que fue un flechazo por esta literatura se convirtió en la razón de su existencia.

Ya la obra crítica de Jean Déjeux es mundialmente reconocida y apreciada. Desde su primera obra La Poésie algérienne à nos jours (1963), pasando por su más conocida Littérature maghrébine de langue française (1973), hasta la última y magistral e inmensa obra, Maghreb. Littératures de langue française (1993), este investigador sensible de mirada sutil, de rigor y libertad de tono tan peculiar, trata un vastísimo tema que pocas personas mejor que él conocen (2).

Al analizar esta obra, dice Hamis Nacer Khodja en Algérie Actualité: Reconozcamos a priori que la bibliografía o la aportación de Déjeux es considerable desde hace una treintena de años. Ocupa la mitad de la obra (330 páginas sobre un total de 658) y compendia no menos de 1792 referencias. Son sistemáticamente catalogadas y brevemente presentadas todas las obras de ficción aparecidas desde 1900 a 1989. [...] A esta literatura del imaginario, se añade el inventario de 1945 a 1989 de todas las antologías y de todos los números especiales de revistas (en diferentes lenguas) que le han sido dedicadas. Por último, la crítica literaria está presente igualmente con una nomenclatura comentada de todas las obras editadas sobre la literatura magrebí, así como los manuales de literatura general publicados en lengua francesa a los que han sido dedicados algunas páginas e incluso un capítulo a este tema(3).

También Amina Saïd se hace eco de esta reciente obra editada (¡último pasaporte para la eternidad!) que se revela no sólo como indispensable para la crítica, el estudiante o el investigador, sino también para todos aquellos que se interesan por la literatura y la sociedad magrebí: Magreb. Un trabajo titánico, señal de un nuevo periodo de interés entre los lectores(4).

Sabiduría de benedictino, eterna bondad, redoblada de un preciosísimo trabajo práctico, fiable, que ni el investigador, ni el lector podrán agradecérselo como merece. Al reencuentro de mi reflexión emocionada viene J-P. Péroncel-Hugoz: Era el de mayor edad, el más conocido y sobre todo el que ofrecía una mayor disponibilidad. Todo doctorando que desembarcaba de Tizi-Ouzou o de Foum-Tataouine sabía encontrar al lado del “Padre” ayuda, documentación y consejos(5).

El escritor Alec G. Hargreaves deplora la inmensa pérdida de esta inteligencia preclara para la investigación angloamericana, y canta la bondad del Hombre, de Jean Déjeux: El interés creciente por la literatura magrebí de expresión francesa en el mundo anglófono debe mucho a Jean Déjeux. Sus obras de referencia han sido el punto de partida, sin rodeos, para cualquier nuevo investigador que se aventuraba en este espacio literario. Después, permanecería como guía infatigable y maravillosamente informado sobre un corpus literario que, para los investigadores británicos y americanos no era de fácil acceso. La distancia geográfica que les separaba del Magreb y la dificultad para obtener muchas publicaciones especializadas, les hizo que se dirigieran, constantemente, hacia Jean Déjeux, cuyo conocimiento y generosidad no tenía límites. Cuántas veces de su vasta colección ha extraído una información, un artículo o una obra imposible de encontrar del otro lado del canal de la Mancha o más allá del atlántico(6).

Eric Sellin, cuando se lanzó a la creación de la primera revista americana Celfan Review, llamó a Jean Déjeux quien, naturalmente, jamás faltaba a la cita cuando se necesitaba su saber y su amistad: El nacimiento de los estudios magrebíes en los Estados Unidos coincide más o menos con la carrera de J. Déjeux. No sabría decir cuántos de nosotros, como todos los investigadores del Magreb, debemos al trabajo de explorador que llevaba J. Déjeux. Lo mismo que para los franceses, como para los italianos, ingleses, etc., nuestras investigaciones no podían ni tan siquiera avanzar sin los datos bibliográficos e incluso "las historietas" debidas a [su] meticulosa atención (ibid.).

Desde Túnez y desde su Universidad, Ridha Bourkhis, sus pupilas llenas con el recuerdo reciente de la silueta recortada del amigo, que dulcemente desaparecía en el atardecer otoñal parisino (¡cómo le devolvería Déjeux la que sería su última sonrisa!), evoca la poesía de Ben Jelloun: La muerte de un amigo, es un poco nuestra muerte la que comienza. Puerta que se abre al territorio helado del exilio. Luz repentina que atraviesa el cielo de nuestra angustia y desgarra la sábana del olvido.

París -al que Ridha amó gracias a rostros sublimes y tolerantes como la del amigo- ya no será el mismo sin Déjeux. Para Rihda, antes que profesor y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar, Jean Déjeux era la misma encarnación de esa humildad conmovedora que no se puede aprehender más que en aquellos que, aunque importantes, saben medir su pequeñez ante el mundo de las cosas y el saber humano (7).

Yamina Mokkadem, en representación de toda la memoria del Magreb, levanta su voz y agradece a Déjeux la gran contribución, en el conocimiento de su propio patrimonio cultural, que ha permitido que los magrebíes conozcan momentos privilegiados de su historia, a través de todo un trabajo de prospección y análisis de esa literatura: Ha realizado el balance sobre la situación de los trabajos de investigación en otros países, aparte de Francia y el Magreb(8).

El conocido crítico Charles Bonn ofrece un testimonio subjetivo, según él mismo afirma, pero reconoce a Déjeux como un descubridor, pionero y propagador; y cuenta que, deseando compensar su gran deuda con el Maestro, le pidió redactara y firmara la bibliografía de su tesis puesto que sólo él podía establecer las primeras bibliografías fiables en este terreno literario: Gran número [de sus artículos] son estudios temáticos más generales, de los cuales varios han constituido, por su erudición, una incontestable contribución al progreso de las investigaciones, no solamente sobre la literatura magrebí, sino también sobre momentos de la historia del Magreb o sobre aspectos de la cultura magrebí próximos a la literatura (9).

Bonn analiza y enumera la grandiosa labor investigadora de Déjeux, en sus trabajos sobre la tradición oral, la espiritualidad, la edición y publicación de obras, la imagen de la mujer extranjera, el tratamiento de parejas mixtas entre magrebíes y franceses (textos donde la mujer y la pareja fueron una de sus mayores preocupaciones), así como haber sido el pionero en el descubrimiento de los jóvenes poetas magrebíes: La mayoría de las tesis y de los artículos que comenzaron a florecer sobre la literatura magrebí a partir de 1975 han encontrado en esas bibliografías sucesivas la garantía de su solidez [...] Nadie como él era capaz de proporcionar la enorme cantidad de trabajo que supone estas recensiones. [...] En fin, su trabajo de divulgador y descubridor se encuentra en sus múltiples antologías [...] Pero en este género hay que señalar sobre todo su notable trabajo de descubridor de la joven poesía magrebí. Incluso ahí desarrolló un papel irremplazable como descubridor (10).

Toda esa sabiduría e inquietudes alcanzan también al campo de la islamología: Puesto que era el encargado de hacer los índices de los artículos de la revista Islamocristiana. Sus observaciones eran muy pertinentes (11).

Desde esta tribuna tengo que decir, en voz muy alta, que Déjeux no sólo debe ser reducido al papel, ingrato, arduo, de simple bibliógrafo, por otra parte, irremplazable. Jean Déjeux no sólo es una primerísima fuente vitalista, optimista de estas literaturas (opuestas a otras que certificaban su pronta desecación) sino que también ha sido -desde bien iniciada la andadura de este siglo hasta nuestros días- el gran historiador, sociólogo y psicólogo, cuya riqueza documental le permite asumir, magistralmente, esa triple función eterna.



2.- Obra
B.- Su investigación ha sido llevada a cabo en distintos ejes.

1.- La bibliografía metódica y crítica de la Literatura Magrebí de lengua francesa.
2.- La historia literaria de esta Literatura, con sus variadas implicaciones, así como los cimientos de la historia política y cultural de cada uno de los países del Magreb.
3.- La crítica literaria: estudio (enriquecido con índices de términos árabes y beréberes) respecto a las obras, novelas, ensayos y poesía del espléndido tejido de esta Literatura, que forma parte de la Literatura Universal con sus diferentes aportaciones americanas, europeas y africanas.
4.- El estudio exhaustivo de un autor en particular: Mohamed Dib, Assia Djebar y Kateb Yacine.
5.- La investigación en la literatura oral que aflora, con frecuencia, en esta literatura: presencia de Djeha'a -Yuja-. Relatos de vida de bandidos de honor. Mito y epopeya de la Kahina, con implicaciones romanescas o dramáticas. Mito del sempiterno Mediterráneo y mito del "eterno Yugurta".
6.- Estudio e investigación, también, que le lleva a la literatura colonial de los pieds-noirs (bibliografía y autores -como Elissa Rhaïs- así como corrientes literarias).
Esta obra del crítico más veterano en Literatura magrebí trata de las Literaturas argelina, marroquí y tunecina de lengua francesa (estudiada por todas las Universidades del mundo), existentes en el Magreb y hermanadas a Literaturas de lengua árabe y a literaturas francófonas escritas por magrebíes y que trata de ofrecer un panorama de los diferentes géneros literarios según y cada uno de los tres países, partiendo de su respectiva historia. De esta forma, son estudiados en profundidad, en búsqueda de un imaginario, novelas, colecciones de poemas, teatro y relatos. El crítico, comprometido, puesta su mirada en sí mismo y en el Otro, se plantea igualmente la relación existente entre lo literario y lo social. Aquello que (en el terreno literario así como intelectual y científico) permanece más allá de lo que la historia, la antropología, la sociología y la psicología pueden aún enseñarnos.

C.- Sus obras son las siguientes
I.
- La poésie algérienne de 1830 à nos jours. Approches historiques, París-La Haye, Mouton, 1964, 95 p.: 2ª edición revisada y actualizada, prefacio de Moustapha Haciane, París, Publisud, 1983, 111 p.
- Littérature maghrébine de langue française. Introduction générale et auteurs, Sherbrooke, A, Naâman, 1973; 2ª edición 1978; 3ª edición 1980, 496 p.
- Les Tendances depuis 1962 dans la littérature maghrébine de langue française, Alger, Centre Culturel français, 1973, 55 p.
- Le Maghreb in la Poésie contemporaine de langue française depuis 1945, bajo la dirección de Serge Brindeau, París, St-Germain-des-Près, 1973, 128 p.
- La Littérature algérienne contemporaine, París, Presses Universitaires de France, coll. "Que sais-je?", n° 1604, 1975, 2ª edición revisada y actualizada 1979, 128 pp.
- Mohammed Dib. Écrivain algérien, Sherbrooke, A. Naâman, coll. "ALF", n° 1, 1977, 88 p.
- Djoh'a hier et aujourd'hui, Sherbrooke, Naâman, coll., "Études", n° 18, 1978; 2ª edición 1982, 125 p.
- Bibliographie de la littérature “algérienne” des Français, París, C.N.R.S., coll. "Les Cahiers du C.R.E.S.M.", n° 7, 1978, 176 p.
- Bibliographie méthodique et critique de la littérature algérienne de langue française, 1945-1977, Alger, S.N.E.D., 1981, 309 p.
- Jeunes poètes algériens, París, Saint-Germain-des-Près, coll. "Anthologies de la poésie universelle", 1981, 207 p.
- Jean Sénac vivant. Introducción y biografía de J. Déjeux. Textos de J. Sénac, París, St.-Germain-des-Près, 1981, 276 p.
- Situation de la littérature maghrébine de langue française. Approche historique, approche critique, bibliographique méthodique des oeuvres maghrébines de fiction, 1920-1978, Alger, Office des Publications Universitaires, 1982, 272 p.
- Assia Djebar, romancière algérienne et cinéaste arabe, Sherbrooke, A. Naâman, cool. "ALF", n° 4, 1984, 120 p.
- Poètes tunisiens de langue française, París, Saint-Germain-des-Près, coll. "Poésie 1", n° 115, janv.-fév., 1984, 128 p.
- Dictionnaire des auteurs maghrébins de langue française, París, Karthala, 1984, 404 p.
- Le Sentiment religieux dans la littérature maghrébine de langue française, Préface de Mohamed Akroun, París, L'Harmattan, 1986, 271 p.
- Femmes d'Algérie, légendes, traditions, histoire, littérature, París, La Boîte à Documents, 1987, 350 p.
- Mohammed Dib, Philadelphie, Celfan éd., Mographs, 1987, 60 p.
- Image de l'Étrangère. Unions mixtes franco-maghrébines, París, La Boîte à Documents, 1989, 312 p.
- La littérature maghrébine d'expression française, París, Presses Universitaires de France, cool. "Que sais-je?", n° 2675, 1992, 128 p.
- Maghreb. Littératures de langue française, París, Arcantère, 1993, 661 p.


II. En colaboración
- Anthologie des Écrivains Maghrébins d'expression française, en colaboración con Jacqueline Arnaud, Arlette Roth, Abdelkébir Khatibi, bajo la dirección de Albert Memmi, París, Présence Africaine, 1964, 298 p.; 2ª ed., 1965, 303 p.
- Anthologie des Écrivains français du Maghreb, en colaboración con Jacqueline Arnaud, Arlette Roth, Abdelkébir Khatibi, bajo la dirección de Albert Memmi, París, Présence Africaine, 1969, 366 p.
- Bibliographie de la littérature nord-africaine d'expression française, 1945-1962, en colaboración con Jacqueline Arnaud, Arlette Roth, Abdelkébir Khatibi, bajo la dirección de Albert Memmi, París-La Haye, Mouton, 1965, 52 p.
- Le Maghreb dans l'Anthologie didactique des Littératures de langue française hors de France, Anthologie didactique, Fédération Internationale des Professeurs de français (Fipf), éd., Duculot (Gembloux), 1976 (pp. 357-424), 704 p.
- ESPAGNE et ALGÉRIE AU XX1 siècle. Contacts culturels et création littéraire, bajo la dirección de J. Déjeux y de D.H. Pageaux (París, L'Harmattan, 1985, 237 p.) (12).

1.- Su última bibliografía metódica y crítica trata del periodo de 1945-1989
I- Obras de Argelia, Marruecos y Túnez por géneros literarios, comprendidos en ellos: novelas, colecciones de poemas, obras de teatro, colecciones de cuentos, relatos de vida, una inmensa correspondencia, entrevistas con los autores y obras traducidas al árabe.
II- Antologías
III- Obras de la literatura Magrebí: obras generales, obras sobre novelas, poesía, teatro y sobre los autores.
IV- Números especiales de revistas:
Anexos:
I - Bibliografía de obras de ficción de 1900 a 1945.
II - Novelas magrebíes reeditadas en colecciones de bolsillo.

1.1.- Con este estudio intelectual exhaustivo, Jean Déjeux ha deseado, según sus palabras: dar a conocer estas Literaturas al público no magrebí, contribuyendo así a la apertura de los espíritus, de las mentalidades, así como a la interculturalidad, más allá de fronteras estrechas.

De esta forma se hace realidad, en cada estudio de esta inmensa investigación, lo que han hecho tantos arabistas y que Pedro Martínez Montávez ha sabido sintetizar: que cada trabajo sea un ladrillo metódico en el edificio sólido que se intenta construir y no un grano de arena en el prejuicio y la ignorancia.

Siguiendo una síntesis precursora y plena en el extenso y metódico campo de información bibliográfica, basada en una lectura exhaustiva de las obras de los escritores magrebíes, así como de su entorno histórico y sociocultural, Déjeux ofrece siempre un pensamiento objetivo y equilibrado que recorre y orada su obra, en la que, con prudencia, habla de la sociedad y del sentimiento religioso y no de la religión o del islam directamete, estudiando no sólo a escritores de sensibilidad cristiana o judía, sino que, más aún, respetando la gran diversidad de actitudes, creencias y expresiones de distintas personalidades que se han expresado a través de la escritura (en contextos políticos, culturales y sociales mutables) a la que J. Déjeux no ha dejado de ser durante cuarenta años, testigo fiel de esta producción literaria, revitalizando la espléndida tradición del mejor humanismo. Y es que, a pesar de la omnipresencia de la religión, siempre, se había estudiado con parquedad dicha connotación en la literatura magrebí de lengua francesa. Déjeux, en los años setenta, con anterioridad a su ya citada obra magistral, vuelve a cubrir esa laguna sobre la religión (13).

Siempre, el lector y el investigador quedarán tremendamente impresionados al constatar, en su vasta y cálida obra, la enorme cantidad de textos citados y enriquecidos con abundantes notas ilustrativas que necesitan, imperiosamente, una previa búsqueda histórica y sociológica para situar con precisión los testimonios en contextos ideológicamente diferentes en todo el Magreb. Su obra, ahora divulgada y homenajeada, es singular vía de relación con otra cultura, íntimo acercamiento a la Verdad y a la cosmogonía entre el yo y el Otro.

Este crítico fructífero (en su conciencia de vivir en un mundo para la muerte y la "resurrección"), al intentar desentrañar el texto y el verso hermeneútico, hace realidad lo que dice Del Prado refiriéndose al profesor y crítico, si, por añadidura, es poeta: consigue demostrar que todo lo arcano tiene su sentido en un más acá de la Historia, y que este más acá lo constituye un objeto de conocimiento, al mismo tiempo que un sujeto de comunicación y de expresión.



3.- Lección inmensa

Testamento precioso que Jean Déjeux ha dejado con la intención de decir a sus lectores-amigos, a sus colegas y a sus alumnos, lo que significó este inmenso trabajo realizado con tanta perseverancia, resolución, y tanta entrega. Estas son sus auténticas reflexiones: Se trata de una manera de estar presente en el mundo musulmán del Magreb. Los problemas de literatura y de cultura forman parte del conocimiento del país y de las sociedades, incluyendo a los musulmanes que viven en Francia. No se trata de hacer crítica literaria por sí misma, sino, primero, conocer al Otro, darlo a conocer a quienes lo juzgan mal y ayudar a aceptar las diferencias para, incluso, enriquecerse humana y, eventualmente, espiritualmente. Por tanto, no se trata de hacer crítica literaria o bibliografías. Sino que se trata, en este campo, que es el mío, de ser ante todo competente y de hacerlo de forma que sea entendido. La literatura y la cultura ayudan a comprender, a conocer al Otro, permiten darlo a conocer y a comprender. Con lo que se consigue que se derrumben los prejuicios y se acepten las diferencias así como enriquecerse humanamente.

Luego, se trata de aceptar lo que es el Otro y lo que quiere ser y respetar tal y como desea ser, en el plano de su humanidad y, eventualmente, de su fe (musulmana): De ahí la defensa de los derechos del hombre y su dimensión espiritual.

3.1.- Podría decirse, entonces, que a lo largo de su obra se encuentra el subtítulo de la solemne declaración del derecho que tiene el hombre a la libre expresión de sus opciones filosóficas y creencias religiosas, respetando unas y otras, no inmiscuyéndose y, menos aún, sin imponer la propia elección de vida, sino que la prospección completa del yo ha sido, ante todo, desembocar en la profunda prospección del Otro -Cosmos, Dios, Amor, Historia- mostrando no la diferencia sino la riqueza común que existe entre las vastas culturas, puesto que la alteridad es primero conocerse y aceptarse así mismo para luego comprender al Otro, pues parte de Él está en nosotros. Su gran actividad por las Universidades del mundo entero -que desde Yaoundé a Quebec se disputaban el honor de recibirlo- la seguía manteniendo con algo más de setenta años y la complementaba con los cursos en la Universidad de la Sorbona París-IV, y en el INALCO, así como la atención a las innumerables visitas de estudiantes y profesores llegados expresamente a verlo desde todos los países. Siempre dispuesto ((al alcance de la mano!) estaba Jean Déjeux ofreciendo ayuda, consejos, su propia documentación y, sobre todo, la gran capacidad de escuchar -que no de oír- a quien se le acercaba. Su escritura, su actividad denodada fue el gesto desesperado para encontrarse con el Otro, que ya no pudo desasirse de su mano, y a quien guió por el camino fecundo de estas literaturas donde el lector puede escuchar, a través de toda su obra notable, el hálito del Magreb. El encuentro de los hombres vale un tesoro, amaba decir, según el proverbio magrebí.

Jean Déjeux no tenía casa, ni coche, ni fortuna, sólo una inmensa biblioteca, rica, y una vieja máquina de escribir que ha visto nacer de su gastado teclado millares de páginas sabias, y generosas cartas de fraternidad.

Después de haber llevado una vida austera y entregada al estudio, en compañía de algunos Padres Blancos, en la zona sureste de París, era destinado el 15 de julio de 1993 a la residencia Central de la capital francesa. Durante el verano -como solía hacerlo desde 1991- me dedicó su valioso tiempo, así como a numerosas personas que lo visitaron.

La mañana parisina, del pasado mes de septiembre, estaba ajena a la que sería nuestra última despedida. Recién llegada a Madrid, le escribí agradeciéndole sus atenciones, al mismo tiempo que recuperaba nuestro largo discurso de una extensa correspondencia. No fue su habitual pronta respuesta la que recibí, sino la comunicación de su muerte por parte de los Padres Blancos, primero, y la de la Universidad de la Sorbona, días después.


Mi carta, sin abrir, acompañada de mis últimas publicaciones, quedó, sobre su ordenada mesa de trabajo, en el silencio, la paz, la austeridad de su despacho.

Su corazón generoso, activo, valeroso, que vivió con gran compromiso intelectual, había dejado de latir, fulminado, en el metro parisino de Saint-Germain-des-Près, el día 17 de octubre de 1993. Al filo de las 16,30 de la tarde.

Con el vacío inmenso de su noble presencia, pero con el recuerdo lleno de su ejemplo, la investigación, sus compañeros, sus alumnos se sienten "huérfanos". En el corazón de todos, subyace la pregunta, que lanza Joseph Lévesque: ¿Quién podrá recoger su relevo?




Notes :
(1)
Investigación que concierne de 1880 a 1982 para Argelia, de 1900 a 1982 para Túnez y de 1920 a 1982 para Marruecos. Investigación que no sólo trata de la literatura de ficción sino de ensayos, Historia, Ciencias humanas y Artes. En los anexos se especifican listas de antologías, números especiales de periódicos, revistas aparecidas o en vías de publicación sobre el Magreb (hasta 1982) así como varios cuadros estadísticos de la producción hasta ese mismo año.
(2) Ruego ver mis artículos en el periódico El País (Madrid), "Jean Déjeux, humanista", jueves 18 de noviembre de 1993; así como en El Mundo (Madrid), "Jean Déjeux. Memoria escrita del Magreb", jueves 25 de noviembre de 1993.
(3) K. Nacer, Algérie Actualité (Alger), n° 1460. (Publicado también en La semaine Religieuse d'Alger, n° 9, p. 22).
(4) A. Saïd, Jeune Afrique (París) n° 1709 - du 7 au 13 octobre 1993.
(5) J-P. Péroncel-Hugoz, Le Monde (París) mardi 26 octobre 1993.
(6) A. G. Hargreaves, Hommes & Migrations, n° 1171/Décembre, 1993, p. 41.
(7) R. Bourkhis, Le Temps (Túnez), mercredi 17 novembre 1993.
(8) Y. Mokadem, Hommes & Migrations, cit., p. 45.
(9) Ch. Bonn, Hommes & Migrations, cit., p. 44.
(10) Ch. Bonn, Hommes & Migrations, cit., pp. 42 y 44.
(11) J. Lévesque: director del C.R.T.M. y del C.E.D.I.M. (documento personal: su carta del 29/10/93). Mi agradecimiento desde estas páginas, también, a la Universidad de la Sorbona París-IV (CIEF): a R. Jouany; al P. Michel Tremblais, Asistente Provincial de los Padres Blancos en París, así como al P. Emilio Galindo, islamólogo y director de "Darek-Nyumba" en Madrid.
(12) Deseo, ante todo, destacar esta obra, primero, porque es camino reciente de nuestra historia compartida con Argelia y, segundo, porque ha sido enorme la sorpresa al comprobar que, en los homenajes a J. Déjeux, existen amplias lagunas al detallar su obra, pero, sobre todo, al señalar aquéllas que han sido realizadas en colaboración, nadie ha hecho alusión alguna a la obra: Espagne et Algérie au XX1 siècle, donde están descritas preciosas connotaciones árabes y españolas, en donde se encuentra "le Drapeau espagnol en Algérie" ("la bandera española en Argelia"), fraternidad que data desde la caída de Granada, cuando los primeros de estos "exiliados" desembarcaron en las playas de Orán, puerta africana abierta a la paupérrima emigración española y que, sin embargo hoy -como dice Bernabé López-, "la fortaleza Europa, el Alcázar europeo se protege". Obra, en la que el arabista Mikel de Epalza, con ricas notas sobre los intelectuales españoles, nos habla de "Max Aub et les écrivains espagnols exilés en Algérie" ("Max Aub y los escritores españoles exiliados en Argelia"), pero hermanados con hispanistas-poetas argelinos, como dice Fernando de Ágreda. Obra, en la que el corazón de Sénac -junto con el de nuestro Lorca- latía al mismo ritmo que nuestra España trágica. Obra, en donde se ve el espejo latino en el que se mira Randeau y en la que Roblès es Andalucía: confluencia del universo árabe y judío. Obra, en fin, en la que está presente el carácter etnográfico castellano de Camus y en donde las primicias de Dib, en su poema Véga, están llenas de resonancias andalusíes. Todo arabista e investigador en literatura magrebí de lengua francesa debe conocer este testimonio hispano-árabe-islámico.
(13) Poétes maghrébins devant le monde et devant Dieu, Alger, Centre d'études diocésain, 1970, 30 p. (ronéo). "La religion dans la littérature maghrébine de langue française", Ngam, Yaoundé (Cahiers du Département de littérature négro-africaine) 5, janvier-juin, 1979, pp. 120-145. "L'image des chrétiens dans les romans et recueils de nouvelles maghrébines de langue française de 1920 à nos jours", Islamocristiana (Rome, P.I.S.A.I), 5, 1979, pp. 193-220.

CONQUISTA DE AL-ANDALUS EN LA NOVELA MAGREBÍ (Chraïbi, Boudjedra) Y EN LOS RELATOS ÁRABES

XV Symposium International de La Sociedad Española de Literatura General y Comparada (SELGyC) à LA FUNDACION JUAN MARCH (Madrid): 16 - 18 Décembre, 2004.
in "Mil seiscientos dieciséis, El mundo medieval en la literatura contemporánea",
“Anuario 2006”, vol. XII, pp. 85-94.

Leonor Merino
( Drª de la Universidad Autónoma de Madrid,
traductora y autora de Encrucijada de Literaturas Magrebíes )


RESUMEN

Al-Andalus -gran acicate emocional, perla dorada, sueño perdido en el tiempo que despierta el dolor histórico de los árabes en particular y de los musulmanes en general- seguirá siendo bagaje cultural compartido: motivo de inspiración artística y literaria mutua. Por tanto, los textos novelescos y los relatos árabes, analizados en este trabajo, han extraído la lección de la grandeza del pasado, para liberarse de la angustia del tiempo presente y concebir mejor el porvenir. Y en esa voluntad de aprehensión total del tiempo, es normal que la mitología haya volado al socorro del hombre en un autor, Chraïbi, así como, en el otro, Boudjedra, la ironía y la subversión, son indicios de cómo, en el distanciamiento de la literatura moderna, perviven los más notables valores simbólicos del mito en la conquista de Djebel Tariq (Gibraltar). Los relatos árabes, aunque con base histórica, difieren algo entre sí con respecto a la Historia oficial.



Palabras clave: Al-Andalus, Djebel Tariq (Gibraltar), beréber, árabe-islámico, Historia, mito, ironía.

ABSTRACT Al-Andalus -a great emotional spur, a golden pearl, a dream lost in time which arouses the painful history of Arabian people in particular and of Moslem in general- will continue being a shared cultural knowledge: a motive for both artistic and literary inspiration (a motive of mutual artistic and literaly inspiration). In this way, the fictional texts and the arabic stories, analysed in this work, have extracted the glorious past lesson, to liberate distress of present time and conceive a better future. And in this will of the whole apprehension of time, it is normal that mythology had flied to help man in an author, Driss Chraïbi, as in other one, Rachid Boudjedra, irony and subversion are indications about how the most remarkable symbolic values of myth survive in Djebel-Tariq (Gibraltar) conquest, even being apart of modern literature. Arabic stories, though based historically, differ something from each other with the official History.

Key words: Al-Andalus, Djebel Tariq (Gibraltar), berber, arabic-islamic, History, myth, irony.

Naissance à l'aube crisol de culturas o el Paraíso perdido

Naissance à l'aube [1] , del pionero escritor marroquí Driss Chraïbi, clausura el ciclo de un excepcional proyecto literario que se inicia con Une enquête au pays[2] y que continúa con La Mère du Printemps (L'Oum-er-Bia) [3].

Si en primer lugar, se asiste a la resistencia de un centralismo estatal asfixiante de finales del siglo XX y, después, sus antepasados los "Aït Yafelman" o "Hijos del agua" -asentados en la embocadura de La Madre de la Primavera y practicando el incesto con toda inocencia- se resisten a los jinetes de Alá guiados por el general Oqba ibn Nafi, finalmente, en Nacimiento al alba, sinfonía panteísta, se asistirá a la conquista de Córdoba (receptáculo del patrimonio y fruto de la obra común de varias razas) y a la formación de Al-Andalus (nacimiento de una civilización), de manos de otro aguerrido general, Tariq Bnou Ziyyad [4].

De forma novelada, el autor nos despierta la memoria histórica y de nuevo la denominación de Yabal al-Fath (la Montaña de la Conquista) retoma su aliento. Nombre que fue dado por Ibn Battuta y al-Idrisí, geógrafos e historiadores, a la montaña de Tariq: Gibraltar (Djebel Tariq).

El autor marroquí nos invita -a musulmanes, judíos, cristianos y ateos- a una relectura de los orígenes del Islam en la España musulmana multirracial.

Inmersión, a un mismo tiempo, en la ficción y en la Historia, Driss Chraïbi (Driss significa sembrador en árabe) se sumerge en el humus natal: Paganismo, raíces de la madre tierra (expresiones y palabras de origen árabe convertidas en arma poética); triunfo del Islam, así como la aceptación de que el amor, la muerte y el nacimiento (al alba) están inextricablemente entrelazados.

Andalucía simboliza la unión de Oriente y Occidente y su civilización cosmopolita se da como ejemplo de identidad cultural del autor. Según Chraïbi, "l'Andalousie était pour nous l'âge d'or : une société ouverte, tolérante et multiconfessionnelle. Cette civilisation n'aurait pas été possible sans les Berbères qui composent le gros des troupes de Tariq et la ville de Cordoue a été construite par des bateliers fils du Nil, du Tigre ou de l'Oum-er-Bia" [5]. Cette naissance d'un monde à laquelle oeuvraient races et peuples à l'unisson" [6].

Tarik estaba decidido a conquistar España -"jusqu'à la limite du pays et des siècles, et à y installer un Islam jeune vigoureux, sans déclin ni mort. Jamais. Jamais..." [7]-. Se anudó las correas de las sandalias. Descendió al puerto para inspeccionar los navíos : "Demain à l'aube il ferait voile vers l'Espagne. Trois mille Berbères, six Arabes. Et Oum-Hakim. À elle seule, elle était le triomphe de la vie, gloire à Dieu" ! [8].

Él había reclutado a los mejores hombres de las tribus más feroces, los Bani Snassen, los hombres de las milenarias tribus, Zaër, Zenata, Lawata, Bani Mellil, Aït Yafelman, algunos llegados desde muy lejos, más allá de las montañas del Atlas : con ellos pensaba crear, al otro lado de "la mer Blanche Moyenne" (el Mediterráneo), la Umma que suplanta a los lazos de sangre, a los clanes e incluso a la familia.

"Julien le Nazaréen. Un renégat qui avait un compte à régler avec son souverain, le roi Rodrigue d'Espagne. Gouverneur du Detroit et de ses deux bases navales, Ceuta et Algésiras, il avait fait franchir la mer aux troupes de Tariq, de nuit" [9].

Sucedió, entonces, una mañana clara del año "setecientos once de la gracia cristiana". De pie, sobre la colina suspendida sobre el Guadalquivir, el general Tarik Bnou Ziyyad, pequeño, delgado -su frente ceñida con una pequeña cuerda de cáñamo trenzada en forma de serpiente- arengaba con vehemencia a sus tropas:

"-Dégagez-moi les rives. Je veux voir l'Oued el-Kébir [10] d'amont en aval et l'ennemi à l'oeil un, s'il en surgit encore après ma victoire. Ici s'élèvera la capitale de l'Empire pour l'éternité. Rasez-moi cette fôret jusqu'aux broussailles. Arrachez l'herbe. Creusez le sol, soulevez les rocs et faites-en des maisons de Dieu et des palais comme il n'en fut jamais au monde. S'il est un paradis, je le veux mainteant et ici même, su cette terre d'Al-Andalous où nous ont counduit nos pas! Je veux que la lumière des sept cieux entre à flots dans ma ville de Cordoba et que la vie de chacun de ses habitants, présents ou à naître, soit bercée jour et nuit par la musique des eaux -tout comme la musique de Dieu chante de la première à la dernière sourate du Livre qui remue les âmes et qui nous a mis en mouvement depuis le désert arabique. "De l'eau, Nous avons..."

Instanément, d'une seule voix déflagrant de l'horizon à l'horizon, l'armée de Berbères et de Bédouins avaient entonnée le célèbre verset coranique: "De l'eau, Nous avons créé toutes choses vivantes." Hennissaient les chevaux d'écho en écho" [11].

Tarik tras haber quemado sus navíos, lanzó una proclamación de fe, en dos frases "graníticas": "Fils d'Adam et de l'Islam, l'ennemi est devant vous et la mer est derrière vous. Il ne vous reste qu'à vaincre ou à mourir" [12].

Treinta años antes de esta hazaña, el general Oqba ibn Nafi, junto a sus jinetes, había alcanzado las orillas del océano Atlántico, donde desplegó el estandarte verde del Profeta. En la embocadura de la Madre de la Primavera, en la ciudad de Azemmour. "Et peut-être l'Islam était-il en ce temps-là, jeune et pur, qui avait tout à espérer, tout à aimer..." [13].

Treinta años después, Tariq, tras su propia victoria y ferviente admirador de Oqba, se encuentra en las murallas que dominan Córdoba, la colina y el Guadalquivir:

"Tariq le revoyait toujours rouge de sang, charriant des têtes tranchées à la charge. [...] Les cris de victoire, sauvages entre terre et ciel. Rauques, les râles des piétinés, des transpercés vifs, des égorgés. C'était à qui détruirait le plus totalement, tuerait le plus grand nombre d'infidèles, comme pour se persuader qu'il était aveuglément l'instrument de la Providence aveugle. Immédiat, le sac paroxystique de la ville, le pillage à l'encan. Les tapis à trame de fils d'or coussus d'émeraudes et de grenats, on se les partageait à coups de hache parce que trop lourds à transporter. Joyau de la plus haute Antiquité, la Table de Salomón dépiétée, dessertie de ses pierres précieuses. Jusqu'aux solives des toits qu'on faisait crouler à l'arrachée: il fallait bien allumer un feu de bois pour cuire les aliments. Jusqu'à ces chats errants qu'on abattait avec des galets d'arbalète, qu'on étripait tout chauds, qu'on bourrait de rubis et de diamants et dont on recousait ensuite le ventre" [14].

Conocedor de la gloriosa victoria y del gran botín, el emir Moussa Ibn Noussaïr, gobernador de África del norte, envía un emisario a Tariq quien no le recibe, pues no hay tiempo que perder, pero que pronuncia las siguientes palabras: "Nous avons à peine entrepris notre marche que les voilà déjà, les vautours et les chacals, chacun surveillant l'auttre et le jalousant, l'empêchant d'être. C'est ainsi qu'ils ont divisé et détruit la Oumma d'Orient. Que Dieu Tout-Puissant me prête plusieurs vies pour achever ma tâche! Bismillahi rahmani rahim!" [15].

Una nueva misiva le recuerda que había sido encargado de la expedición en España no para tomar iniciativas sino para abrir la senda al signatario de la misma, gobernador de África y amigo personal del Comendador de los Creyentes. Tariq termina, pues, su existencia rodeado de cadenas entre las tinieblas de su calabozo, obsesionado por planteamientos lancinantes:

"L'homme qui venait de le mettre aux fers était musulman comme lui, de coeur et de parole. Tous deux oeuvraient de toute leur foi à l'édification du Royaume de Dieu. Mais pourquoi ce Royaume, avant de naître, devorait-il ses enfants, à commencer par ceux qui avaient défriché pour lui la voie et lui avaient apporté leur première pierre? [...] Décidément, l'âme des fils d'Adam éatit aussi vieille que le monde, vieille dans ses pulsions, dans ses passions, et même dans ses idées. Ce qui se passait en elle avait une permanence indépendante de la marche de l'Histoire, Islam ou pas Islam... " [16].

Horadado por la amargura, se plantea quién puede asegurarle que los hombres "no se conviertan en los extranjeros que habían comenzado a ser y que su futuro sea el culto de su pasado".

Así, mientras la Andalucía islámica se estaba edificando piedra a piedra, el autor, Driss Chraïbi, creyendo necesario revivir el pasado como "prehistoria del presente" -en vista a determinar las causas de la caída [17]-, se hace portavoz del emir Badruddin ibn Zoubaïr: "Il n'y avait pas si longtemps que les Arabes étaient aveugles dans leur obscurantisme, sans foi ni loi que celles de leur désert. Et maintenant, quatre-vingts ans à peine après la mort du Prophète, ils s´étaient répandus sur toute la terre, de l'Euphrate au Gange et du Nil au Guadalquivir, souverains des peuples et des civilisations défuntes" [18].

Chraïbi, partero de leyendas, paisajes, ruidos y furias, finaliza así esta obra novelesca: "Revé au Moyen Âge sur les vestiges d'une naissance, à Cordoue".

Obra que desea ser también un himno al goce de la creación y al retorno a nuestra Andalucía relegada como oropel al fondo del desván, olvidando el esplendor de ese pasado, de ese crisol donde el hombre del pasado era un hombre del presente que preparaba nuestro futuro[18a].

Pero el autor -aparte su imaginación galopante- nos advierte de su desconfianza hacia la interpretación de la historia: "Je ne crois pas à l'Histoire. Elle est écrite ici ou là, avec des interprétations diverses. Elle est écrite après l'évément et pas pendant. Le regard de l'immagination rejoint l'instropection" [19].



La prise de Gibraltar (Maarakat Azzoukak) o la desmitificación de la Historia


Igualmente, en la literatura contemporánea magrebí de lengua francesa, en el escritor argelino Rachid Boudjedra y en su obra Maarakat al-zuqaq o La Prise de Gibraltar [20], se encuentran aunados, en la memoria de un adolescente, el Estrecho del año 711 -o del año 92 de la hégira- y la ciudad de Constantina de 1955.

Relato de la memoria, La Prise de Gibraltar -como también es su otra obra La Macération [21] para reactualizar el tiempo de la infancia y regenerarse por el retorno al tiempo de los orígenes-, se presenta de manera fragmentaria, desplegando recuerdos de infancia, sin respetar la linealidad narrativa ni el orden cronológico, en su casi ausencia de puntuación ortográfica. La temporalidad es cíclica funcionando por asociación de ideas con el fin de dar sentido al pasado.

Se trata de la memoria modelada por la escuela coránica -sufrimiento-, por la guerra en Argelia -humillación-, por la historia familiar, en el recuerdo amoroso de la madre, y la desacralización del padre, autoritario y ausente: "ce salaud de potentat minable de 1,60 m" [22].

Revancha, pues, para el hijo al herir la dignidad paterna en su orgullo de árabe y musulmán, enamorado de "l'histoire les langues les mathématiques et la théologie" [23] que le obligaba sin descanso a traducir el pasaje de Ibn Jaldún sobre la conquista árabe de la Andalucía, "et lui répétant donc traduis espèce d'idiot [...] finisant par le faire lui-même" [24].

Tarik Ibn Zyyad era considerado por el padre como modelo universal y parámetro moral para el hombre. Su fanatismo llegó hasta el punto de poner el mismo nombre a su hijo a quien había mortificado con ese mito y con las traducciones de los historiadores árabes sobre su gesta:

"je devins aussi vraiment violent le jour où mon père me délesta de mon cahier d'histoire alors que la guerre continuait de plus belle et me laissa porter tout seul ce prénom prétentieux de Tarik aux résonances terribles des sensations nouvelles et rêches s'étaient mises à fourmiller à grouiller à se froisser sous ma peau comme si elles remontaient tout le long de ma moelle épinière à travers les chemins balisés par les contradictions historiques et les bégaiements linguistiques" [25].

Así, el personaje de La Prise de Gibraltar se siente obsesionado por la genial miniatura del pintor Wasity (1210-1278), descrita minuciosamente [26], colgada permanentemente, en el despacho paterno y que representa la hazaña de la conquista de España por los árabes tan glorificada por el padre. Luego, al mismo tiempo que éste es desmitificado, la miniatura, que le pertenece, suscita veneración y fascinación: "douze chevaux mais seulement dix cavaliers", es decir Tariq Ibn Ziyyad -llamado el Ceneta-, que ocupaba la cuarta posición, y el único personaje con las manos libres, rodeado "d'officiers, de batteurs de tambourins, de souffleurs de trompettes et de porteurs d'étandards" [27]. Sin embargo, lejos de reconocer la valentía de los soldados, Boudjedra parece ridiculizarlos: "donnant -cependant l'impression qu'ils louchent atrocement à force de concentration" [28].

Pero ya, anteriormente, el profesor de historia, M. Achour, con el fin de establecer la duda y la reflexión entre sus alumnos, había extraído las diferentes fuentes históricas árabes de "Al-Baladhiri, Ibn Al-Hakam, Al-Mokari, Al-Athir, Al-Hispahani, Ibn Jaldún" -cuyas contradicciones sobre la hazaña gloriosa volvían loco a ese padre enamorado de la historia [29]- y había logrado que el personaje novelesco se desinteresara por ese héroe númida que hablaba beréber:

"ce fameux conquérant de Tariq Ibn Ziyyad n'a jamais prononcé sa fameuse adresse aux armées que nous avions apprise par coeur comment pouvait-il alors qu'il ne savait pas un traître mot d'arabe une histoire grotesque un mythe gros comme une baleine il n'a jamais dit à ses soldats la mer est derrière vous et l'ennemi est devant vous comme il n'a jamais brûlé ses vaisseaux pour la bonne raison qu'il n'en avait pas [...] Qui n'aurait rien pris ni Gibraltar ni rien du tout sans Julien qui avait trahit les siens pour une histroire de fesses" [30].

Pero, sobre todo, el personaje novelesco hace hincapié de forma burlesca en la envidia de Ibn Noussaïr que vuelve, cada vez, como leitmotiv para relanzar la narración [31] -"un homme cupide, envieux, rancunier et manoeuvrier [32]" [...],"incapable de marcher sans l'assistance de ses ordonnances, tellement il était gros [33]- así como en la credulidad de Tariq: "il se laisse impressionner par ce conard de Moussa qui lui confisca la victoire et le fit arrêter pour avoir réussi la prise de Gibraltar c'est quand même le comble de la naïveté... c'est un vrai Berbère mal dégrossi et crédule" [34].

Así, el personaje novelesco, tras su documentación, desmitifica la historia y siembra la duda: "l'histoire était un sac de malices, un rapport de forces entre les hommes, une accumulation décevante de futilités et de détails saugrenus, comiques et inattendus -et surtout- qu'elle était une éternelle déviation du sens et une énorme falsification universelle, voire cosmogonique" [35].

El lector, por tanto, descubrirá, contrariamente a la obra de Chraïbi, el reverso del mito. Puesto que la versión histórica de la conquista de España, descarnada por el personaje novelesco, pierde su atractivo y credibilidad: Imagen deformada, irónica y grotesca, de las circunstancias que condujeron a La toma de Gibraltar.

Pero no sólo en la creación sino también en sus recientes declaraciones, Boudjedra pone en entredicho la historia: "Mon histoire en tant qu'Algérien, en tant qu'Arabe et musulman. C'est-à-dire que j'étais moi-même un colonisateur, un jour, avant d'être colonisé, et qu'il fallait reprendre tout cela parce que, dans les peuples, il y a certaines personnes qui ont mauvaise conscience, mais souvent les peuples, en bloc, ont bonne conscience. Et je ne voulais pas que l'Algérien dise, lui qui a subi 130 années de colonialisme, la colonisation française en Algérie est mauvaise mais la colonisation arabe en Espagne est bonne. C'est ce qui se dit, évidemment. C'est cela l'histoire officielle. C'est cela la littérature officielle. Tous les Arabes pleurent aujourd'hui l'Andalousie perdue" [36].



Relatos árabes

Los dos relatos árabes, con base histórica y que se refieren a la invasión de la península Ibérica, llevan respectivamente los títulos de los personajes que la propiciaron: Musa Ibn Nusayr, que la decidió, y Tarik Ibn Ziyyad, a cuyo mando entraron los árabes en el suelo peninsular [37].

El primero de los relatos nos ofrece la historia de Musa Ibn Nusaïr, su infancia, en al-Hira al oeste del río Éufrates, su adolescencia, en Damasco, así como su invasión de Kairawan, en Túnez, donde es aclamado por los beréberes. Entre ellos se encuentra Tariq Bin Ziyyad que se pone al servicio de Musa, quien lo nombra jefe de una de las tres columnas que vence a los bizantinos en Argelia.

El segundo de los relatos narra la infancia de Tariq Ibn Ziyyad, transcurrida en las montañas del Aurès al norte de África, donde gobierna la mítica Kahina que finalmente es derrotada por el ejército de Mussa, al ponerse en contacto secreto con los musulmanes de la zona, entre los que se encuentra el padre de Tariq que muere en la batalla [38]. Aquí nos encontramos ya con este héroe que, como sabemos, se pone a las órdenes de Musa para conquistar Tánger.

Los dos relatos hacen referencia al gobernador de Ceuta, el conde don Julián, que envía un mensajero para advertir a Witiza -regente visigodo en España- que las ciudades del norte de África han caído en manos musulmanas y que una gran flota se prepara en Túnez.

Los dos relatos hacen también hincapié en la traición del conde, puesto, que trasladándose a España, no sólo el rey Rodrigo no le ha escuchado sino que ha encarcelado a su hija y destronado a Witiza. Así el conde, en contacto con Ashila - hijo de Witiza- abre las puertas de Ceuta a Musa y le propone envíe un ejército de reconocimiento a España.

Y aquí entra en escena el general Tarif Ibn Malik al-Nakhi [39], que en la ciudad que llevará su nombre, Tarifa, derrota a los seguidores del rey Rodrigo y regresa a Tánger para informar a Musa de la viabilidad de la empresa.

Antes de cruzar la estrecha franja de mar hacia la gran batalla contra los visigodos, Tarik, en el relato de Musa, recuerda la aleya del Corán en la que David venció a Goliat, al tiempo que dice la conocida frase: "Detrás el mar, delante el enemigo y con nosotros la justicia"

Mientras que en el relato de Tariq, éste arenga a sus soldados con: "El mar a vuestra espalda y el enemigo al frente".

De los dos relatos se extrae la gran victoria de los musulmanes -conquistado el sur, toman Zaragoza y llegan a los Pirineos- así como el inicio en Al-Andalus de una época de paz y felicidad.

Sin embargo la leyenda sobre el conde don Julián conde difiere en algo en los relatos árabes, puesto que no se hace mención alguna al deshonor sufrido por su hija a manos de Rodrigo. Igualmente existe una variación en cuanto al nombre de esta mujer, ya que mientras que en el relato de Musa se la nombra Hayra, en el de Tarik conserva el nombre de Florinda que conocemos.

Igualmente, existe un cambio en el final de la vida de Musa, puesto que la historia relata que, tras una marcha triunfal por el norte de África y Egipto, regresa a Damasco llamado por el califa y muere en esta ciudad, en la prisión o al salir de ella, en la más absoluta pobreza.



Conclusión

Han quedado analizadas las reflexiones narrativas sobre un tema que preocupa en los tiempos que corren -la tolerancia, la convivencia, la posibilidad de que distintos pueblos, diferentes formas de ver el mundo, puedan convivir en paz en el mismo espacio y tiempo-, en dos escritores puntales nacidos en el Magreb y en los relatos árabes, de la misma forma que nos lo recuerda actualmente la película Au delà de Gibraltar [40] , tejida de incomprensión cultural.

Estos textos novelescos han extraído, por tanto, la lección de la grandeza del pasado, para liberarse de la angustia del tiempo presente y concebir mejor el porvenir. Y en esa voluntad de aprehensión total del tiempo, es normal que la mitología haya volado al socorro del hombre [41] en un autor, Chraïbi. Así como, en el otro, Boudjedra, la ironía y la subversión, son indicios de cómo, en el distanciamiento de la literatura moderna, perviven los más notables valores simbólicos del mito.

Aunque en los dos autores pervive ese distanciamiento, en general, con respecto a la Historia oficial.



Notes :

(1) París, Le Seuil, 1986 (Reed., Le Seuil, 1999, coll., Points). Traducción: Mauricio Wacquez, Nacimiento al alba, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1994.
Leonor Merino: "Dris Chraïbi y lo sagrado", El País, Madrid, viernes 22 sep. 2000, p. 16.
(2) París, Le Seuil, 1981 (Reed., Le Seuil, 1999, coll., Points).
(3) París, Le Seuil, 1982 (Reed., Le Seuil, 1995, coll., Points).
(4) Tarik tiene dos significados en lengua árabe. El que viene durante el curso de la noche y el que llama a la puerta, más aún cuando el nombre lleva las consonantes, t y k, que forman un campo morfosemántico coherente asociado a la idea de golpe: El personaje va a llamar a la puerta de Occidente, que es Andalucía, con estrépito y a favor de la noche.
(5) Naissance à l'aube, op., cit., p. 56.
(6) Ibid., p. 63.
(7) Ibid., p. 91.
(8) Ibid., p. 94.
(9)Ibid., p. 119.
(10) Palabras en árabe: El Gran Río = El Guadalquivir.
(11) Naissance à l'aube, op., cit., pp. 54-55.
(12) Ibid., p. 81.
(13) Ibid., p. 126
(14) Ibid., p. 127.
(15) Palabras en lengua árabe: ¡En el nombre de Dios poderoso y misericordioso! Ibid., pp. 118-119.
(16) Ibid., pp. 144-145.
(17) Georges Lukacs, Le Roman historique, París, Payot, 1965, p. 56.
(18) Naissance à l'aube, cit., p. 75.
(18a) Leonor Merino, «Sur de Europa/Norte de África: España y Marruecos», “Sociedad Española de Literatura General y Comparada XIII” Simposio en la Universidad de León, 25-28 oct. 2000.
Leonor Merino, «Un estrecho vínculo con el mundo árabe», “Diario 16”, Madrid 19 oct. 2001, 16 / OPINIÓN-TRIBUNA.
Leonor Merino, «Al-Andalus. Punto de encuentro», “Diario de León”, Comunidad León y Castilla, 11 nov. 2001, p. 5.
Leonor Merino, «À l’ombre de nos propres cultures», Éthiopiques 74 (1er sem. 2005) pp. 1-4.
(19) En Leonor Merino, "Coups de coeur en liberté: Interview avec Driss Chraïbi", Expressions Maghrébines (Revue de la CICLIM), Winthrop-King Institute for Contemporary French and Francophone Studies, Florida State University, vol. 3, nº 2, hiver 20004, p. 31.
(20) París, Denoël, 1987. En lengua árabe, Maarakat al-zuqaq: por Antoine Moussali con la colaboración del autor Rachid Boudjedra.
(21) París, Denoël, 1985. En lengua árabe, Al-Mart: por Antoine Moussali con la colaboración del autor Rachid Boudjedra. Ruego ver: Sonia Fitouri, "Jeu du sacré et du profane dans La Macération et La Prise de Gibraltar", Colloque .International, organisé par l'Université de Tunis à Hammamet les 5-6-7 avril, 2002 (sous presse in Presses universitaires, Bordeaux, 2005).
(22) La Prise de Gibraltar, op., cit., p. 221.
(23) Ibid., p. 46.
(24) Ibid., p. 23.
(25) Ibid., p. 222.
(26) Ibid., pp. 14, 15, 16 y 79, 80, 81, 82 así como 198, 199, 200.
(27) Ibid., p. 79.
(28) Ibid., p. 15.
(29) Ibid., p. 221.
(30) Ibid., pp. 114 y 191.
(31) Hecho que Boudjedra recoge también en Cinq fragments du désert, Alger, Barzakh, 2001, p. 82.
(32) La prise de Gibraltar, cit., p. 192.
(33) Ibid., p. 57.
(34) Ibid., p. 204.
(35) Ibid., p. 194.
(36) "La fascination de la forme", Le Matin 24 juin 2003
(37) Recogidos sobre todo en Luz García Castañón, Moros y cristianos en las narraciones infantiles árabes y españolas, Madrid, de la Torre 1995.
(38) Rachid Boudjedra cita también al padre de Tarik, llamado Ziad: "qui sera le premier a porter un prénom arabo-musulman et qui est issu de la tribu de Nefza, une des branches de la grande tribu mère des Zénètes", La Prise de Gibraltar, cit., p. 197.
(39) Recojo aquí su nombre completo, dado por Boudjedra en La Prise de Gibraltar, cit., pp. 81 y 238.
(40) Dir.: Taylan Barman y Mourad Boucif.
(41)Leonor Merino, "Un estrecho vínculo con el mundo árabe", Diario 16, Madrid, viernes, 19 de oct. 2001, p. 16/OPINIÓN - TRIBUNA.
Leonor Merino, "Al-Andalus. Punto de encuentro", Diario de León (Comunidad León y Castilla) 11 de noviembre, 2001, Revista cultural, p. 5.
Leonor Merino, "Sur de Europa/Norte de África: España y Marruecos", XIII Simposio de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Universidad de León, 25-28 octubre, 2000.

À L'OMBRE DE NOS PROPRES CULTURES
(L'Espagne deviendra-t-elle l'Al-Andalus d'autrefois ?)

(Pour la revue Ethiopiques n° 74, 1er semestre 2005)

Leonor Merino
( Drª de la Universidad Autónoma de Madrid,
traductora y autora de Encrucijada de Literaturas Magrebíes )


Selon les statistiques les plus récentes des Nations Unies, il y déjà 175 millions de personnes qui vivent comme des immigrés et des réfugiés. L'Europe, avec 56 millions, est le continent qui a le plus grand nombre d'immigrés. L'Asie en compte 50 millions, l'Amérique du Nord 41 millions, l'Afrique 16 millions, l'Amérique latine et les Caraïbes 6 millions de même que l'Océanie. En Espagne, le nombre d'immigrés en situation régulière se situe autour de 1.800.000, auxquels il faudra ajouter un nombre indéterminé de sans papiers.

En Espagne, dans dix ans, trois espagnols sur dix seront d'origine africaine, latino-américaine ou d'Europe de l'Est. Il serait fort intéressant alors de savoir combien de langues sont parlées aujourd'hui en Espagne, outre ses propres langues, le castillan, le catalan, le galicien et le basque. Il serait également curieux de pénétrer dans l'idiosyncrasie de tant de peuples et de cultures représentés dans notre pays.

Nous tous savons que c'est l'inégalité, à l'échelle mondiale, qui provoque les grands mouvements migratoires du Sud vers le Nord. L'instinct de survie chez l'être humain est bien supérieur à n'importe quel signe d'identité, même ethnique et familier.

Personne ne choisit le lieu où il naît, mais il peut décider dans quel lieu il entend satisfaire ses aspirations légitimes afin de vivre le mieux possible -presque toujours afin de vivre tout simplement- et pour se réaliser en tant que personne.

La cause profonde et structurelle de cette fuite précipitée des jeunes est dûe à la pauvreté des pays d'origine et à la richesse des pays de destination. C'est le véritable " effet de l'appel ".

Les grandes mutations qui ponctuent aussi l'histoire de l'Europe contemporaine s'accompagnent ainsi de tensions xénophobes, qui ne sont pas toutes produites par le chômage et par la concurrence sur le marché de l'emploi. Entre également dans les réactions de rejet et d'exclusion à l'égard des étrangers, l'angoisse de la perte d'identité qu'éprouvent des individus en voie de marginalisation, pour lesquels l'appartenance à la nation constitue un ultime point de repère.

Dès lors, l'étranger est perçu comme une menace, un "ennemi de l'intérieur ", porteur de tous les maux, de toutes les tares sociales, voire des maladies les plus dangereuses, les plus contagieuses et symboliquement les plus " méprisables " : hier la syphilis, aujourd'hui le sida. La menace est d'autant plus ressentie qu'elle est le fait de peuples jeunes, " primitifs ", dotés d'une forte vitalité démographique, avec tout ce que cela comporte de connotations sexuelles.

La problématique donc de l'intégration est souvent traitée du point de vue de la société qui accueille les immigrés et beaucoup plus rarement du point de vue des immigrés eux-mêmes. De nombreuses enquêtes étudient la question de l'assimilation et de l'acculturation, ainsi que celles de la déviance et de la désorganitation sociale. Elles soulignent la complexité des étapes de l'assimilation dans ses diverses dimensions (linguistique, familiale, socio-économique). Dans un premier moment, les immigrés peuvent être désignés comme déviants et/ou boucs émissaires par la société d'accueil. Ils sont obligés de se regrouper pour amortir les effets désorganisateurs de l'acculturation.

C'est pourquoi les regroupements communautaires -organisés autour des églises ou des mosquées (1), des associations (2), des Instituts (3) ou des ateliers (4) et les références à la culture d'origine peuvent faciliter l'adaptation du groupe et faire évoluer les normes de la société d'accueil tout en embrassant les autres cultures.

J'ai voulu donc attirer votre attention -avec mes notes ci-dessus- sur ce fait important : les langues ont la merveilleuse particularité d'être en même temps un facteur d'identité et un instrument de communication. C'est là notre compromis à tous entre le développement de la langue nationale, et le maintien des relations avec les autres langues.

Les associations, les langues, et plus généralement les sports, tout ceci peut servir de relais vers l'intégration, pourvu qu'il soit un tremplin vers une mobilité ultérieure et non vers la ségrégation dont l'archétype serait le ghetto.

Donc ce qu'il faut rejeter ce sont les attitudes d'assimilation, qui aspirent à changer les immigrés en une copie exacte du pays d'accueil, et qui leur nient le droit à leur propre identité culturelle.

Oui, fréquemment, les rélations avec les gens d'autres pays sont difficiles du fait de nos ombres culturelles, qui font partie de notre bagage culturel. La culture dans laquelle nous sommes nés nous suit comme nos propres ombres. Nous ne sommes pas toujours conscients de la manière dont les forces culturelles conditionnent notre comportement et les realtions avec les autres. Nous parlons souvent de culture tout en opposant la nôtre à celle des autres.

En réalité nous devrions parler de " culture sous-jacente ", de tous ces conditionnements mentaux qui constituent notre identité. Seulement lorsque nous nous éloignons de notre propre culture et nous entrons dans un contexte où nos schémas culturelles ne s'appliquent pas, nous découvrons que nous sommes différents et que les autres le sont aussi.

Nos cultures nous accompagnet n'importe où nous sommes et continuent dans nos fors intérieurs, même si nous vivons longtemps dans une culture différente. Mais cela n'est pas tout à fait négatif, au contraire: nos différences peuvent devenir une source de mutuel enrichissement.

Car ce qui compte, au-delà des lois qui règlent la communication internationale, ce sont les personnes avec leur Histoire. Les personnes qui se rencontrent, non les cultures dans un sens abstrait. Ce sont les personnes, si elles désirent se rencontrer, qui doivent apprendre à se reconnaître, à se respecter, à apprécier leur altérité réciproque.

Léopold Sédar Senghor, poète et humaniste sénégalais, qui chanta la négritude -un mot crée par le martiniquais Aimé Césaire-, fut un grand diffuseur du métissage des sangs et des cultures : ce qui devint la grandeur féconde et créatrice des civilisations méditerranéennes.

La solution donc pour une vie en commun, pacifique et profitable, parmi les différents groupes culturaux, réside dans le juste équilibre entre le respect de la propre identité et la reconnaissance des autres (5).

Dominique Schnapper, dans son livre La Relation à l'autre (6), nuance aussi ce point de vue, au nom d'une éthique de la tolérance, comme forme de la civilité permettant la coexistence de groupes distincts sous le respect de règles communes.

Et M. Wieviorka qui a analysé les manifestations de racisme, de xénophobie, de nationalisme et d'ethnicité, montre que les solidarités ethniques peuvent témoigner d'un " effort de l'acteur pour dénoncer l'exclusion et l'exploitation, participer pleinement à la citoyenneté et aux droits de l'homme [...] et obtenir une certaine reconnaissance culturelle " (7).

L'Espagne, parmi d'autres pays, devra encore faire davantage afin d'accueillir dignement les immigrés, des êtres humains qui frappent à nos portes. Nous devrions tenir compte, tout en regardant les pays qui nous précèdent dans leur expérience sur l'immigration, que les principaux moyens de l'intégration sont l'école, le travail, le logement et les mariages mixtes.

Par exemple, l'affaire du foulard islamique qui a débuté en 1989 en France, devrait aussi nous faire réfléchir sur la possibilité de choisir entre deux voies : faut-il refuser la diversité et imposer aux minorités des comportements de la majorité, ce qui conduit à l'intolérance, ou bien faut-il rechercher l'enrichissement qui permet le rapprochement des cultures ?

Mais est-ce qu'il n'y que ces deux voies ? Et alors, est-ce que nous n'avons pas l'intuition suivante ?: La société d'accueil devrait être patiente avec tout ce monde qui vient d'arriver. Elle devrait comprendre que ce n'est pas facile de se défaire de certains usages et coutumes, que les croyances obéissent à des mécanismes très obscurs et que le déracinement, généralement, engendre des attitudes de fixation d'une identité rigide et dans des occasions paroxystiques -tout cela mélangé à cette époque apocalyptique dont la conjoncture politique mondiale contribue aux malentendus.

Et si quelques personnes décidaient de porter, comme symbole de leur identité n'importe quel signe distinctif -bien entendu sans se croire investies d'une mission rédemptrice et en possession de l'unique vérité (8), faudrait-il s'y opposer ? Bien sûr que non !

Il est nécessaire de respecter la liberté des confessions, mais dans le cadre des valeurs d´égalité et de liberté des personnes : " Ce principe n'est pas négociable. Les immigrés le comprennent très bien " (9).

Mais il y a encore une autre chose, pourquoi ne pas se mettre dans la peau des immigrés ; car on le sait déjà, ce sont en général des hommes, des femmes, poussés par le besoin et la nécessité. Ils partent, mais généralement ne pensent qu'à revenir. Pourtant, peu à peu, ils décrochent du pays d'origine..., tout en y restant très attachés. C'est une histoire sans fin..., qui se répète - autrefois, les espagnols ont été des immigrés, voire des réfugiés politiques.

Finalement, si l'exemple d'Al-Andalus est rituellement cité, l'Espagne, l'Europe ne devraient-elles pas proposer comme modèle politique le " dialogue des cultures " qui leur a si souvent réussi ?



1 Le " Centro Daniel Comboni ", autrefois " Centro Mundo Negro " [Centre Monde Noir], est dédié à l'oeuvre missionnaire de l'église catholique et aussi à la diffusion de la connaissance de l'Afrique. La Mosquée de la M-30, bien connue des madrilènes, est un lieu pour se réunir tout en dégustant des tajines inoubliables ou des desserts raffinés, et pour s'initier aussi à la langue arabe.
2 L'assotiation " Amigos del Pueblo Africano " [Amis du Peuple Africain], plus connue par " Karibu ", a son siège à Madrid ainsi que le CIDAF " Centro de Información y Documentación Africana " [Centre d'Information et de Documentation Africaine], des lieux de travail et de réunion.
3 Parmi d'autres, l'Institut Égyptcien et le Centre " Darek Nyumba ", les deux à Madrid, qui donnent des cours en langue arabe.
4 " Proyectos Humanistas Internacionales " [Projects Humanistes Internationaux], à Madrid, offre un attelier gratuit de conversation en espagnol.
5 Leonor Merino, "El derecho a la diferencia y el deber de la semejanza". (L'immigration en France, un modèle à suivre?), Diario de León (Comunidad León y Castilla), Revista domingo, 27 de octubre 2002, p. 16.
6 Paris, Gallimard, 1998.
7 M. Wieviorka, F. Dubet, D. Lapeyronnie, F. Khosrokhavar, D. Martucelli, Une Société fragmentée ? Le multiculturalisme en débat, Paris, La Découverte, 1996.
8 " Réduire l'Islam à un débat sur le foulard, il me semble une espèce de déviation, tomber dans le fétichisme ", Farida Benlyazid (réalisatrice marocaine, parmi ses films: Bab al-Sama' Maftuh/Une porte sur le ciel), El País, Madrid, 14 de septiembre, 2003, p. 15.
9 Sami Naïr, " Explicar y convencer ", El País, cit.

revista de actualidad cultural, Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, Madrid, nº 2- Enero, 2004, pp. 36-39.

«Crónicas azahar»
CENTENARIO DE LA MUERTE DE ISABELLE EBERHARDT

CENTENARIO DE LA MUERTE DE ISABELLE EBERHARDT
«Nómada bohemia y poeta, en búsqueda de absoluto»


Leonor Merino
( Drª de la Universidad Autónoma de Madrid,
traductora y autora de Encrucijada de Literaturas Magrebíes )

Cuando se conoce la biografía de Isabelle Eberhardt, uno queda fascinado porque, irresistiblemente, se trata de una auténtica novela.

Isabelle, nace en Ginebra, el 17 febrero de 1877, de madre alemana luterana, Nathalie de Moerder (hija natural de la Srtª Eberhardt y de un judío ruso), y de padre únicamente desconocido para el estado civil, puesto que se trata de Alexandre Nicolaievitch Trofimovsky, el preceptor de los hijos de Natalie. Ésta se había casado -con veinte años y en 1860- con un senador y general ruso, Paul Carlowitch de Moerder, cubierto de condecoraciones y de rentas y que le doblaba la edad.

Nathalie de Moerder, romántica, cae en los brazos del siempre inevitable preceptor.

Pero no se trata ya del teólogo francés del s. XII, enamorado de su alumna Héloïse -nieta del canónigo Foulbert-, puesto que ahora es la madre quien se enamora del preceptor de sus hijos. Tampoco se trata ya de Joulien Sorel -protagonista de Le Rouge et le Noir de Stendhal- cuyos sentimientos dan paso a la ambición que le conducen al cadalso.

Ahora, este preceptor enamorado, antiguo pope de la Iglesia ortodoxa, filósofo y políglota, que conoce el griego, latín, turco, árabe y alemán tan bien como el ruso, es un seductor serio -eso sí casado y con cuatro hijos-, que temiendo el escándalo y arropando a su dócil amante, cual Ifigenia, abandona Rusia con todos los niños Moerder -Nicolás, Olga y Wladimir- para vivir el amor perfecto.

Nos encontramos ya, lector, en plena novela.

Trofimovsky y Nathalie van primero a Estambul, Nápoles, y luego remontan Italia hasta Suiza. Paul de Moerder, desesperado, sigue a la pareja en su peregrinación e intenta hacer retornar al hogar a su esposa. Trofimovsky, tal vez por sus creencias libertarias -nihilista, amigo de Bakunin y discípulo de Tolstoi- o tal vez por falta de dinero, permite el reencuentro de Nathalie con su esposo. De ese escaso tiempo de momentos compartidos nace Agustín, que es reconocido por Paul de Moerder. Un año después, 1873, muere el general, dejando a su mujer una considerable fortuna.

Entonces, Trofimovsky, Nathalie y los hijos de ésta viajan por Europa. En ocasiones, Trofimovsky marcha a Rusia, y es, en una de esas ausencias, cuando Nathalie da a luz a una niña: se trata ya de nuestra Isabelle Eberhardt.

De nuevo el fuerte carácter de Trofimovsky se impone, pues, por hostilidad a las convenciones sociales o por provocación, no reconoce a la nueva criatura. Isabelle firmará, en un principio, con el apellido de su madre. Pero la adolescente juega a cambiar de identidad, a borrar las pistas, según la época de su vida y, sobre todo, según el interlocutor del momento.

Así, entre los muchos pseudónimos, firmará como Myriam en la correspondencia mantenida con Agustín, su hermanastro y amor de infancia, con quien subió a los árboles, cortó leña y montó a caballo -ya que la doctrina libertaria no admite distinción de sexo-. En las cartas a una amiga firmará con el nombre de Nadia y en la correspondencia mantenida con Abu Naddara -profesor de árabe que tenía cierto éxito en los medios orientalistas parisinos-, lo hará como N. Podolinsky, y más abajo escribirá: I. de Moerder: Ese juego de pseudónimos, de máscaras, ya literarias, se sitúan en un contexto narrativo, toman vida, y se convierten en personajes dentro de una situación mitad ficticia y mitad real.

Pero Trofimovsky, a quien jamás Isabelle llama padre -ella como los niños se refieren a él como "Vava" o "el viejo"- es, sin duda, la personalidad más influyente. Él es quien educa a Isabelle -nada de colegios-. Él le enseña filosofía, historia, geografía y algo de medicina. Le enseña todas las lenguas que conoce y sobre todo ruso, idioma que utiliza diariamente, mientras Nathalie y los niños hablan en francés.

Todo lo que será Isabelle, después, encontrará su esencia cerca de Ginebra, en la villa de Meiryn -"Villa Nueva"-, que Trofimovsky y Nathalie adquirieron cuando nació nuestra protagonista. Lugar paradisíaco, capullo de crisálida -cerrado, aislado y singular- donde "Vava" cultiva plantas que invaden la casa, cercándola cada día más Isabelle, amante del estudio, llena sus cuadernos con apuntes y reflexiones de historia, geografía y literatura. Sus lecturas son variadas: Pierre Loti -de quien copia párrafos enteros y que influirá en su escritura-, los Goncourt, Fromentin, d'Annunzio, Dostoievski, Hugo, Daudet y Zola, así como las anotaciones, que hará, de textos de la Biblia.

"Vava" intenta realizar su proyecto de vida campesina y hace trabajar por igual a niños y niñas en el jardín. Discípulo de Bakunin, había concebido así la educación: "Preparar a cada niño o niña tanto para la vida del pensamiento como para la del trabajo, a fin de que todos puedan convertirse igualmente en seres humanos completos".

Luego Isabelle no sólo adopta otros nombres, sino que además le gusta travestirse, lejos de toda disciplina y presión social. Ha sido educada como un chico y ése es el motivo principal de esa costumbre de vestirse con prendas masculinas. Una foto de 1895 -tiene entonces 18 años-, la muestra con traje de marinero, como un joven adolescente dotado de dulzura: rostro con pómulos levemente pronunciados, cutis claro, nariz chata, labios gordezuelos y mirada oscura de gran belleza. Bajo la gorra: el pelo cortado a cepillo y una frente amplia en la que se pronuncia levemente el hueso frontal.

Un golpe de vista rápido, y su rostro recuerda la belleza voluptuosa de Arthur Rimbaud -el poeta "ladrón de fuego"-. Dicen que era esbelta y de manos largas y finas. En Meiryn, el fotógrafo Louis David, la capta con ropajes árabes, beduinos y sirios. Pero es curioso observar, que cuando se viste de mujer aparece un joven disfrazado. En cambio, con atavíos beduinos es, enteramente, ella misma. Habría que pensar, por tanto, que si conservó toda su vida la umara (turbante, casquete) en la cabeza, es que porque ese atuendo le iba, perfectamente, a su cabeza.

Esta hija de la soledad y de la curiosidad -lejos de toda convención social- se siente árabe y musulmana. Por pura delectación del alma.

A su cómplice Agustín -que está de soldado en Sidi-bel-Abbes, en Orán-, le escribe: "¡Tú en tierras del Magreb, la Casa del Islam, que -no sé si recuerdas- era nuestra Kaaba!"

Y continúa Isabelle, en lengua árabe:


     "Mi cuerpo está en Occidente
Y mi alma está en Oriente;
Mi cuerpo está en los países infieles,
Mi corazón está en Estambul
¡Y mi corazón está en Orán!
¡Oh, siempre contigo"

(y entonces Isabelle retoma del latín "hieme et aestate", palabras que Agustín le dirigiera antes a ella: "Hieme et aestate, et prope et procul, usque dum vivam et ultra": "En invierno y en verano, de cerca y de lejos, mientras viva y más allá de mi vida").



Toda la escritura de la adolescente Isabelle -su caligrafía es hermosa, sofisticada, adornada con dibujos geométricos y arabescos de un orientalismo puro- muestra un temperamento singular, excepcional, y una fuerte sensualidad. Educada junto a un hermano, al que adora, será amiga, camarada y atenta interlocutora de los hombres. Pero también el carácter dócil de su madre hará que Isabelle sea tierna y vulnerable.

Y aquí nos encontramos, lector, con estas dos mujeres entristecidas por la huída de Agustín quien, tal vez, formó parte del grupo de activistas rusos que frecuentaban "Villa Nueva" y que, bajo la presión de unos acontecimientos que siguen sin aclararse, se habría visto obligado a abandonar Suiza. En la correspondencia, que ambos mantienen, hablan en clave de este asunto, puesto que saben que "Vava" estallaría en cólera, por lo que Isabelle, al corriente de su fuga, le habría ayudado a partir.

Pero, sobre todo, ahí está la obra de Isabelle, que bebe de las fuentes de su pasado y que, muchas veces, encuentra la materia de sus textos en los personajes de su infancia. Su obra Trimadeur toma prestado el tema de este episodio: Dmitri Orshanow -miembro de una red anarquista clandestina y junto con sus camaradas- organiza las evasiones de los deportados políticos de Siberia. Al ser denunciado, huye de Ginebra, se enrola en la Legión Extranjera y marcha para África.

Pero volvamos a nuestros personajes femeninos. Natahalie no soporta más su vida en Ginebra -su carácter apacible parece aplastarse ante la vehemente personalidad de su compañero- e Isabelle dirige cada vez más su mirada hacia África.

El fotógrafo, mencionado Louis David, les propone alquilarles la casa que tiene en Bone (Argelia). Madre e hija se embarcan hacia Annaba.

Era mayo de 1897. Isabelle tenía veinte años. Pocas semanas de su llegada, abandonan la casa del fotógrafo, rodeada de colonos y funcionarios franceses (es fácil imaginar las reacciones de éstos ante la actitud de las dos mujeres), y se instalan en los confines del barrio indígena, en una casa sencilla de adobe blanqueada con cal y un patio interior con azulejos y naranjos. Días felices.

Isabelle trueca sus vestidos europeos por una chilaba blanca, fuma kif, profundiza sus estudios de árabe clásico y, probablemente, es aquí donde se hace musulmana. Nathalie, influida por su hija, también se adhiere al Islam, pero enferma del corazón fallece en noviembre, el mismo año de su llegada. Isabelle entierra a su madre en el cementerio musulmán y sobre la tumba hace grabar su nombre islámico: "Fathima-Manubia".

Ya el conocimiento de la lengua del Corán establece, entre Isabelle y la civilización musulmana, otras ataduras que las suscitadas por un orientalismo simplón o por una fascinación ignorante. En su acercamiento al Magreb, Isabel es el reflejo de la fusión con esa tierra de acogida, y describirá a los argelinos, más tarde, como pueblo colonizado, anclando el relato de su peregrinación en el corazón de la mitología.

Rápidamente, presiente la realidad del país, asume sus valores esenciales y los comprende. En Yasmina, una novela que cuenta el amor imposible entre un oficial francés y una joven árabe -tema recurrente en ella y metáfora del difícil encuentro-, Isabelle ha percibido el conflicto entre culturas.

Pero Isabelle, añorando a su madre -"el Espíritu blanco que ha dejado para siempre el depravado mundo terrestre que le era tan ajeno"-, se marcha a Argel. Allí le llega la noticia de las extrañas circunstancias del suicidio de su hermano Wladimir. Discreta y silenciosa, como siempre, no mencionó jamás las circunstancias de esta muerte. En los momentos adversos, su pluma expresa una naturaleza contradictoria así como la plenitud de un misticismo:

"Lo que me hace más daño es la prodigiosa movilidad de mi naturaleza y la inestabilidad realmente desoladora de mis estados de ánimo, que se suceden unos a otros con rapidez inaudita. Eso me hace sufrir y no conozco otro remedio más que la muda contemplación de la naturaleza, lejos de los hombres, cara a cara con el gran Inconcebible, único refugio de las almas desamparadas […] Niña educada sin religión, en medio de la incredulidad y la desgracia, en el fondo de mi alma atribuyo la poca felicidad que me ha sobrevenido en la tierra sólo a la clemencia de Dios Misericordioso, y todas mis desgracias a ese Mektub [lo que está escrito] misterioso, contra el que resulta inútil e insensato rebelarse. Y he aquí, si no la razón fundamental, una de las causas del respeto y del apego profundo que siento por el Islam".



Poco después Isabelle abandona Argel y se va a Túnez, donde acaban sus veintiún años. De esa época, existe un texto, entre sus manuscritos: La zauíya [escuela coránica, residencia del santo o morabito, juzgado y lugar de oración], donde queda expresada su emoción religiosa, su tendencia a la contemplación mística, así como queda revelada la naturaleza de su sensualidad, que ella llama la "virilidad" de su naturaleza. Con la misma pasión la veremos frecuentar los bajos fondos de Argel y los lugares de recogimiento y oración:

"¡Qué éxtasis! ¡Qué borracheras de amor bajo aquel sol ardiente! Mi naturaleza era también ardiente y la sangre me fluía con rapidez febril por mis venas inflamadas de pasión […] Unas veces era la embriaguez de mi alma en aquel país maravilloso, bajo aquel sol único y los sublimes vuelos del pensamiento hacia las regiones serenas de la especulación, otras veces los dulces éxtasis siempre preñados de melancolía, los éxtasis del arte, esa quintaesencia goce de goces".


Al hilo de los reencuentros y de los lugares, el descubrimiento estético se sublima en emociones amorosas y místicas. El país de los mares de arena será el lugar de su propio descubrimiento. Por un extraño efecto de retorno, allí donde la mirada sólo puede colgarse del horizonte, el viaje se hace interior: "El Ued [curso de agua en el desierto] me llegó como revelación de belleza visual y de profundo misterio, la toma de posesión de mi ser errante e inquieto por un aspecto de la tierra que no había sospechado". En ese oasis, en agosto de 1900, encontrará al hombre de su vida, Slimane Ehnni, y ahí recibirá el rosario de los Qadriya que la convierten en iniciada: aprende las técnicas sufíes de éxtasis místico al que su naturaleza le predispone. Isabelle será ya Si Mahmoud Essadi. Pseudónimo que sobresale por encima de los demás y que recuerda al poeta viajero de Chiraz en Irán, quien, en el s. XIII, ensalzaba al amor "la renuncia y el arte de domeñarse uno mismo", según la misma Eberhardt en sus Escritos íntimos.


Sin embargo, la confusión en torno a la identidad de esta mujer siembra desconcierto: ¡es difícil imaginar a una mujer vestida con ropajes árabes, galopando sola y por placer con su caballo Suf por tierras tan áridas!. También la unión de la europea con el espahí indígena provoca escándalo y sospecha entre las autoridades francesas.

En enero de 1901, en Behina, fue víctima de intento de asesinato, y su unión con Ehnni seguía siendo rechazada. En mayo, las autoridades franceses le "aconsejan" esperar en Francia el juicio que se llevará a cabo en Constantina por su intento de asesinato. Isabelle se dirige a Marsella, con nombre falso y vestida con un mono de fogonero, puesto que viaja en 4ª clase, que no estaba autorizada para mujeres. Desde Francia escribe dos cartas para La Dépêche algérienne, con el fin de dar su versión de los hechos. Isabel perdonó al culpable, sin embargo fue condenado. Finalmente consigue la autorización para casarse con Slimane por el estado civil, y la pareja se reúne en Argel el 14 de enero de 1902.

La sed por los espacios del desierto, por la quietud en el alborozo de las embriagadoras galopadas o en la lenta marcha de los blancos dromedarios por los caminos del sur, vuelven a Isabelle. El desierto se convierte en una página blanca en la que proyecta su imaginario y en un espejo en el que se refleja. Y se interesa especialmente por la hidrología, por los ueds, por las fuentes y torrentes. Sigue a las caravanas y convoyes militares, escribiendo crónicas, como enviada especial, para Akhbar, el semanario argelino bilingüe fundado por Victor Barrucand.

En sus relatos, ricos en matices, no duda en defender a los fellahs [campesinos] y en oponerse a la colonización, convirtiéndose en sorprendente testigo de la realidad argelina. Colabora también con Luce Denaben, directora de la escuela-obrador de las jóvenes musulmanas de Argel.

Isabelle, por primera vez, puede vivir del periodismo y Slimane consigue un puesto de intérprete.

En 1903, se encuentra, en primera línea, en Aín Sefra [Fuente Amarilla], donde un conflicto de fronteras hace estragos entre Marruecos y Argelia. Sus artículos y análisis políticos se recogen en diversos periódicos entre ellos Le Mercure de France. Isabelle comienza su amistad con el coronel Lyautey, futuro Mariscal de Francia, a quien servirá de intérprete, siempre envuelta entre los pliegues de su albornoz, calzada con botas de marroquín y cubierta con turbante, mientras afronta el caliente aliento del desierto, los accesos de fiebre y la debilidad de su salud que se renueva.

Orgullosa de su existencia de mujer libre, vive a la manera de los soldados beduinos del sur oranés. Lyautey la definió así: "Era lo que más me atrae del mundo: una rebelde. Encontrar a alguien que sea verdaderamente elle misma, fuera de cualquier prejuicio, cualquier cliché, y que pase por la vida tan liberada de todo, cual pájaro en el espacio, sí que regalo... ¡Amaba ese prodigioso temperamento de artista y todo lo que en ella hacía sobresaltar a los notarios, caporales y mandarines de cualquier calaña!".

Pero ninguna vida está hecha de una sola pieza. Entre la búsqueda desesperada del sentido de la vida, y la última destrucción de la esperanza, se encuentra todo el misterio de las experiencias de la vida que indica, ante todo, nuestra diferencia absoluta frente al mundo y el drama imposible que es nuestra vida en la tierra. Isabelle, consciente de esta vida y generosa, procuró también desembarazarse de todo lo superfluo: "Nadie ha vivido jamás tan al día como yo, nadie ha sido jamás tan dependiente del azar".

Su pequeño baúl, sus cojines bordados de arabescos, eran sus únicas posesiones, sólo la escritura fue para ella una necesidad, una emoción nacida, que debía ser afirmada y equilibrada, justificada por el cálamo, pues su sensibilidad, su ansia de "pureza" se traducía en escritura:

"Estar sano corporalmente, limpio de toda mancha después de generosos baños de agua fresca, ser sencillo y creer, no haber dudado nunca, no haber luchado nunca contra uno mismo, esperar sin miedo ni impaciencia la hora inevitable de la eternidad... He ahí la paz y la felicidad musulmanas. ¿Y quién sabe? Quizá también la sabiduría. [...] Lo que tantos soñadores han buscado, lo ha encontrado gente más sencilla. Más allá de la ciencia y del progreso de los siglos, bajo las cortinas levantadas del porvenir, veo pasar al hombre futuro. Y comprendo también que uno pueda acabar en la paz y el silencio de alguna zagüíya del sur, acabar en éxtasis, sin deseos ni añoranzas, frente a espléndidos horizontes".

Y sobre la muerte escribió: "Todo el gran encanto punzante, emocionante de la vida viene tal vez de la certeza de la muerte. Si las cosas debieran durar, nos parecerían indignas de apego". Luego, añadió -intuitiva-: "iré solitaria hasta la muerte".


Como testamento literario suyo, he deseado recoger lo que escribió en Bone, su primera residencia africana: "escribo porque me gusta el processus de creación literaria, escribo como amo, porque probablemente ése es mi destino. Y es mi único verdadero consuelo".

En su escritura y en sus actos está la sal de su vida: la lucidez, el coraje, el conocimiento profundo de los indígenas, el sentido innato de la justicia, la libertad de ser y de pensar llevada a la temeridad más extrema.


La aventura -como puede suceder en una novela- termina mal. El 21 de octubre de 1904, cuesta bajo del djebel [montaña] Mekter, unas aguas en furia atraviesan la aldea de Aín Sefra. El ued se ha salido del lecho. La puerta del gurbí [choza árabe] de adobe y paja, donde vive Isabelle, no resiste esa avalancha. En el fárrago, tras el umbral, vestida de caballero árabe, su cuerpo yace inerte en el barro. Tenía 27 años.

Así la encontraron los militares que el general Lyautey mandó en su búsqueda. Junto a ella -aunque hay páginas manchadas de barro-, la casi totalidad de lo que había escrito. Una bolsa salvada de la crecida del río guardaba cuadernos, libros de notas y cartas. Cuatro cuadernos intactos -exceptuando las cubiertas descoloridas- forman lo que Isabelle llamaba "Mis diarios".

La gran mayoría de los textos se publicarán tras su muerte, sólo algunas novelas breves y los reportajes para los periódicos, ya citados, vieron la luz en vida de Isabelle.

Su vida y obra están íntimamente aunadas: la vida es "un tejido de historias narradas" (dice Paul Ricoeur en Temps et récit III, 1985).

Su llama se mantiene viva y es, como ella, inesperada.

Su sencilla tumba -dos sencillas piedras blancas de los cementerios del desierto- reposa en Aín Sefra.

Una calle de Argel lleva su nombre.



BIBLIOGRAFÍA
Relatos de I. Eberhardt

Trimadeur, París, Fasquelle, 1911.
Rakhil (nouvelle) París, La Boîte à Documents, 1990.
La rivale (nouvelle), Chardon bleu, 1996.
Yasmina (et autres nouvelles algériennes, 1902-1904) París, L. Lévi, 1998.

Obras sobre I. Eberhardt

Eberhardt, Isabelle & Barrucand, Victor: À l'ombre chaude de l'Islam, Arles, Actes Sud, 1996 (primera obra publicada en 1906 con esa doble firma de Isabelle y de Victor).
Pages d'Islam, París, Fasquelle, 1908.
Notes de route, París, Fasquelle, 1908.
Mes journaliers, París, La Connaissance, 1923.
Mes journaliers, París, Les Introuvables, 1985.
Isabelle Eberhardt racontée par ses lettres et journaliers, (présentation et commentaires: Aglal Errera) Arles, Actes Sud 1987.
Écrits sur le sable. Oeuvres complètes. vol. I, París, Grasset, 1988. Oeuvres complètes. vol. II. Edición, anotación y presentación: Marie Odile De la Cour et Jean René Huleu. Prefacio: Edmond Ch. Roux, París, Grasset, 1990.
Un voyage oriental: "Sud oranais", (De la Cour, M.O.; Huleu, J.R.: Edición) París, LGF, 1991. Crónica.
Un désir d'Orient et Nomade j'étais, (biografía por Edmonde Charles-Roux) Livre de poche, 1997.
Écrits intimes: lettres aux trois hommes les plus aimés, (De la Cour, M.O.; Huleu, J.R.: Presentación) París, Payot, 1991. Reed., Payot, 1998. Correspondencia.
Notes de route "Maroc, Algérie, Tunisie" (Jean Marie Durou), Arles, Actes Sud, 1998.
Au pays des sables (nouvelles inspirées par un séjour au Sahara en 1902), París, Joëlle Losfeld, 2002.
Mes journaliers (cartas y diarios íntimos), París, Joëlle Losfeld, 2002.
Isabelle Eberhardt / L'Écriture de sable, Alger, Barzakh, 2002.
Traducción al castellano: País de arena, (Inmaculada Jiménez) Madrid, del Oriente y del Mediterráneo, 1989. Edición revisada y corregida, del Oriente y del Mediterráneo, 2000.

RESUMEN

Isabelle Eberhardt, hija de la soledad y de la curiosidad -lejos de toda convención social- se siente árabe y musulmana. Por pura delectación del alma. Educada junto a un hermano, al que adora, será amiga, camarada y atenta interlocutora de los hombres. Pero también el espíritu dócil de su madre hará que Isabelle sea tierna y vulnerable. El conocimiento de la lengua del Corán establece, entre Isabelle y la civilización musulmana, otras ataduras que las suscitadas por un orientalismo simplón o por una fascinación ignorante. En su acercamiento al Magreb, Isabel es reflejo de la fusión con esa tierra de acogida, y describirá a los argelinos como pueblo colonizado, anclando el relato de su peregrinación en el corazón de la mitología.

En su texto La zauíya queda expresada su emoción religiosa, su tendencia a la contemplación mística, así como revela su fuerte sensualidad, que ella llama la "virilidad" de su naturaleza. En Yasmina, Isabelle ha percibido el conflicto entre culturas.

Y por un extraño efecto de retorno, allí donde la mirada sólo puede colgarse del horizonte, el viaje se convierte en interior. Isabelle será ya Si Mahmoud Essadi: pseudónimo que sobresale por encima de todos los demás suyos, y que recuerda al poeta viajero de Chiraz en Irán del s. XIII.

El país de los mares de arena será el lugar de su propio descubrimiento. Ninguna vida está hecha de una sola pieza. Entre la búsqueda desesperada del sentido de la vida y la última destrucción de la esperanza, se halla todo el misterio de las experiencias de la vida que indica, ante todo, nuestra diferencia absoluta frente al mundo y el drama imposible que es nuestra vida en la tierra: Isabelle siempre procuró desembarazarse de todo lo superfluo: "Nadie ha vivido jamás tan al día como yo, nadie ha sido jamás tan dependiente del azar". Su vida y obra están íntimamente aunadas: la vida es un tejido de historias narradas.

La aventura -como puede suceder en una novela- termina mal.

En el fárrago, tras el umbral de su gurbí donde vivía en Aín Sefra, vestida de caballero árabe, su cuerpo yace inerte en el barro. Tenía 27 años.

Una calle de Argel lleva su nombre.


Metáforas argelinas, ensangrentadas y eróticas,
en la poética escritura de Amin Zaoui

AMANECER
del nuevo siglo
(Madrid), Revista mensual de información internacional y cultural,
Año VII, nº 151, Enero 2004, pp. 65-66

Metáforas argelinas, ensangrentadas y eróticas,
en la poética escritura de Amin Zaoui


Leonor Merino
( Drª de la Universidad Autónoma de Madrid,
traductora y autora de Encrucijada de Literaturas Magrebíes )


Leonor Merino, flanqueada por los escritores Amin Zaoui y Yasmina Khadra, en el acto de presentacion del acto titulado "Argelia y su artistas: una Nación de nuestro siglo" en el salón de actos de Fnac en Madrid.

En el otoño del reciente pasado año, como clausura del programa que dedicaba el Instituto Francés de Madrid a "Argelia y sus artistas: una Nación de nuestro siglo", presenté y moderé -en la Fnac de Callao de Madrid-, la mesa redonda que enriquecieron los escritores argelinos Yasmina Khadra (Mohamed Moulessehoul) y Amin Zaoui.


Ante la presencia de los Embajadores de Argelia y Francia, ante un público acogedor y participativo, hablé, primero, de la trayectoria literaria de Khadra, de su estilo policiaco en la Trilogía de Argel : Morituri, Doble Blanco y El otoño de las quimeras. Mohamed Moulessehoul, que fue militar del ejército argelino -donde le condujo su padre a los siete años y donde permaneció treinta y seis-, decidió ser escritor, adoptando como primera máscara literaria al "comisario Llob" -hombre incorruptible, fiel a sus ideales e irónico-, y, más tarde, adoptando su segunda máscara literaria con la que firma sus obras: el pseudónimo famoso, que recoge el nombre de su esposa, Yasmina Khadra. Sus obras Los corderos del Señor y Lo que sueñan los lobos, con una escritura fotográfica y alegórica, describen el horror del genocidio del terrorismo islámico, empleando un "yo helador" -a veces aparentemente-, lejos del alcance de la barbarie.


De ahí que, en esta mesa redonda, fuera muy interesante analizar cómo se situaba también otro escritor argelino, Amin Zaoui, ante un rito suntuoso y bárbaro, ante una tragedia argelina, desgarrada entre el deseo de paz y la violencia que, de repente, se desencadena. Y también ver cómo se dibujaba su escritura erótica, en libertad, que fue, algún tiempo, prohibida en Argelia.



Amin Zaoui -que conoció el exilio "como largo insomnio"-, en un ensayo domeñado y erudito, sobre las sociedades árabes, y a la luz de lo que llama La cultura de la sangre, fatua, mujeres, tabúes y poderes" (Ed. Le Serpent à Plumes) evoca, largamente, las diferentes persecuciones en las que los poetas, los escritores y los intelectuales han sido víctimas de una sociedad déspota cada vez más islamizada: "El Corán prosa inimitable y palabra de Dios según la nueva religión, llevó una guerra contra la poesía y los poetas", dice el autor, antes de remontarse a través de los siglos -desde el Magreb a Oriente Medio-, en las diferentes crueldades y en las voces rotas, quebradas, del mundo árabe y musulmán.

Pero este escritor, que trabaja sus textos, como el gran artista talla delicadamente sus esculturas, ofrece un despliegue de metáforas a través de la acumulación de imágenes eróticas ensangrentadas, como en la fiesta del Aíd El Kébir : Fiesta Grande en la que se rememora el sacrificio de Abrahán dispuesto a inmolar a su hijo para salvar su alma; y día en el que se sacrifica un cordero y se asa entero a la brasa -mechuí-, para compartirlo también con los pobres.

Así, en ese día festivo musulmán, Amin Zaoui aúna muerte y sangre, en el placer de la degollación del cordero. Y nos ofrece todo el "vampirismo" de la virginidad, cuando la fiesta del matrimonio no se inicia hasta la aparición de la sangre del himen, en el lecho de la joven desposada.

Este autor bilingüe, que concilia la lengua árabe -a la que ofrece laicismo y fuerza poética- con la lengua francesa -empleada para liberarse y denunciar-, prosigue la búsqueda de una identidad despedazada en La razia (Ed., del Cobre). La historia de un burdel amado, nacionalizado e islamizado en el marco de un edén martirizado: Argelia

Y si en el díptico Sueño de mimosa y Sonata de lobos (Ed., Le serpent à plumes), Argelia se convierte, primero, en un país fantasmal donde prosperan los enterradores en un universo indiferente que, una y otra vez, vuelve con la hornada de sus conciudadanos asesinados; en el segundo relato, el héroe escapa de esa cascada de fatalidad ensangrentada, hecha a fuerza de noticias heladoras, que le asfixian como marea nauseabunda.

Pero la literatura prolonga la vida y la ilumina, y este escritor -que es sobre todo poeta- regenera el tiempo de la escritura con La gente del perfume (Le serpent à plumes), donde el fallecimiento del padre desencadena en el autor un verdadero combate entre el amor y la muerte -búsqueda de identidad para despojarse de una carga que lleva como sufrimiento, como remordimiento-, y donde la memoria se extravía entre las colonizaciones sucesivas. Mientras que un olor terroso y una nostalgia tumultuosa infantil envuelven, de nuevo, a esta escritura poética, entre imágenes presentes o huidas, despojada de florituras.

Concisión poética que se encuentra también en el bello texto La sumisión (Ed., del Cobre): "Me guardé las palabras en la lengua silenciosa. Vivía en el ataúd del tiempo".

Un niño que, entre lecturas de excelsos autores árabes -Ibn Hicham, Abu Nuwas, Ibn Jaldun, Ibn Hazm...- y entre el amor y la biografía del Profeta Mohammed, es testigo de la sumisión de su madre que "con su bonita falda llena de vida, bajaba la mirada: una mirada rota", ante la voluptuosidad y los "toqueteos" de su marido con su (¿adoptada?) hija, núbil y hermosa. Mientras tanto..., los versículos salmodiados por el padre "hablan de mariposas con alas multicolores".

Un niño que descubre a su humillada madre, "un ángel bueno con deslices", cabalgando desnuda sobre la tumba de su "otro" padre: "Ella era acuarela al principio del horizonte, al final del orgasmo o del sol".

Un adolescente, en fin, que no sólo sabe "de las maravillosas horas de la siesta, en las que el deseo sexual se desborda y las mujeres se convierten en racimos de uva, jugosos y dulces", sino que sorprende a su madre, engañada y perdida la razón, completamente desnuda en su cama: "lloraba, y yo lloré con ella. Intenté cubrirla con una sábana llena de grandes manchas de semen".

Zaoui, que sueña un día con aunar, en un texto, la escritura que va desde la derecha a la izquierda -su hermosa lengua árabe-, y la que va desde la de izquierda a derecha -su propia lengua francesa en la que se balancea una traducción en filigrana-, ha sabido también derramar "lágrimas" poéticas en un canto a Toledo.

Salpicada de escritura árabe, de citas de proverbios cabileños o de proverbios de los tuareg y de miradas que recurren a los poetas que engrandecieron la literatura árabe y de citas del Corán -con el fin de justificar comportamientos licenciosos-, se encuentra su obra Acaballadero de mujeres (Le serpent à plumes).

La sura de los Eunucos abre la Sonata Primera -porque los capítulos de esta obra son sonatas-: "Tres cosas infectan la oración, tan pronto como separan al orante de la Qaaba: un perro, un asno o una mujer".

Sí, la mujer es "la imagen humana de Satán". Maldición, por tanto, será esa niña que ocupa el lugar del esperado varón, a la hora de su nacimiento. Pero, sobre todo, será un ultraje en ese desierto de volúmenes de basalto, fallas y aristas porosas, formas cribadas de cal blanca u ocre, ksars rojos erigidos, bajo un cielo de brasas: "Para ver el desierto, hay que acostarse muy tarde", dice el proverbio tuareg.

Las mujeres, en el desierto que dibuja Zaoui, son locas y bellas: "Sus gargantas frescas lanzan hacia el cielo yuyús azucarados".

Pero entre rozamientos sensuales, ilícitos e incestuosos, que justifican la supuesta maldición, el tío de la adolescente Hager -presa sexual para atraer a los hombres- la inicia en el "acaballadero de mujeres", donde se despliega todo un formidable fantasma del poder sexual del hombre del desierto, pero no sólo entre las mujeres suplicantes de su tribu sino entre la ávida mujer occidental y americana, que se traslada hasta allí con el simulacro de un pretexto turístico o cinematográfico: "Qué generosos son esos extranjeros, prestándonos de vez en cuando, a sus hermosas mujeres durante algunas noches, durante algunas veladas, decía mi tío". "Me gustan las mujeres con dentadura, ¡la que no tiene un diente en la boca!" -añadía el tío analfabeto-, "que por sus múltiples contactos y por su bella sonrisa, hablaba fluidamente francés, inglés americano, inglés británico, alemán y español. Sabía mucho de geografía. ¡Estaba hecho para la vida y la fiesta!"

Surrealismo sahariano, fuertes imágenes sexuales, lengua poética en libertad para decir, sin tapujos, que la literatura desvela la sexualidad y el erotismo del mundo

En fin, Amin Zaoui -hoy Director de la Biblioteca Nacional de Argel y que ama Los Cuentos de la mil y una noches-, con un lenguaje poético aunado a un elevadísimo tono carnal, sensual, da cuenta no sólo del fuego de los ardientes deseos que llama a la sangre y anuncia desastres, sino que -con su búsqueda de un mundo de tolerancia- nos tiende el espejo de unos acontecimientos argelinos que nosotros, sus contemporáneos y la Historia, sentimos miedo, dolor y enorme tristeza, al reconocerlos.

Sí habría mucho que decir de su escritura, en estudios comparativos con Khadra, Boudjedra, Khair-Eddine, Mokaddem o Djaout. Esa escritura que se convierte en "vampiro" para transcribir aullidos -a veces sofocados.